sábado, 31 de enero de 2009

LLEGARON LAS LLUVIAS




























Tras las primeras lluvias torrenciales

ya despunta, pujante, la otañada,

y rebrillan, lucientes y mojadas,

las verdes copas de los pinetales.

De las lavadas matas esenciales,

que abundan en el valle y la cañada,

nos llegan del perfume las varahadas

con las tempranas brisas matinales...

¡Bienvenida la lluvia bienhechora

que a la tierra sedienta da tempero

y propicia de la siembra la hora!

¡Bendito seas divino Batutero!

¡Manda también el agua redentora

para calmar la sed del Mundo entero!

ANTONIO BOCANEGRA LARRAZÁBAL

Sta. Cruz de Tenerife.

ELOGIO DE LA PAELLA


D
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M
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S



S
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N
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Para loar no más a la PAELLA,
he pensado escribir un sonetejo
con su poco de sal y su gracejo:
¡No siempre he de cantar a las estrellas!.

De los títpicos platos tu descuellas,
y sea con pollo, gambas o conejo...
¡Cuán sabroso el arroz! ¡Qué gran festejo
celebra el paladar, pella tras pella!

De levante español originaria,
has extendido, por doquier, tu fama
y lo mismo en Noruega que en Canarias

todos a una, con gran fervor, exclaman:
Por tu sabor y clase extraordinaria
reina de los manjares te proclaman.

ANTONIO BOCANEGRA LARRAZÁBAL
Sta. Cruz de Tenerife


FELINO EN EL DORMITORIO.

Respira conmigo
en mi pecho dormita nuestra gata
reposa sobre mí
apagó ya el motorcito emocionante
no dormirá mucho
pronto despertará
me mirará desde la especie
acercará sus bigotes a mi barba
aparentará volver a acomodarse
y como si tal cosa
hundirá sus patas en mi estómago
y saltará hacia otros ensueños
en una orilla de la cama.

ROLANDO REVAGLIATTI
(de "SOLO SIETE")























CORONA PARA MI MADRE
*
El crepúsculo se convierte en cultivador de suspiros.
Los pájaros buscan las ramas.
El trébol cierra sus flores...
yo pronuncio tu nombre madre recordada.
*
OLGA ARIAS

(de "CORONA PARA MI MADRE)























Hago florecer a la azucena en mi ventana,


porque en su blancura te siento


y en su aroma te saludo.





OLGA ARIAS
(de "CORONA PARA MI MADRE")













Me abrazas, lo sé porque la seguridad me cubre.

No es cierto que te dejamos con los brazos cruzados

sobre el pecho.


OLGA ARIAS

(de "CIENTO VOLANDO")









En la vejez, cuando peor vista se tiene

más sabiamente se contempla.


ANTONIO PÉREZ ROLDÁN

( de "CIENTO VOLANDO")



Leer durante un viaje

es viajar doblemente.


ANTONIO PÉREZ ROLDÁN






( de "CIENTO VOLANDO")









Quien de vez en cuando no necesita estar solo

es que no tiene nada que decirse.


ANTONIO PÉREZ ROLDÁN

( de "CIENTO VOLANDO")








Poeta: limítate a abrirle la puerta al poema, que él sabe cuál es su camino.


ANTONIO PÉREZ ROLDÁN

viernes, 30 de enero de 2009

EL TROMPO



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De pequeño, casi todos los años, los Reyes Magos me regalaban un trompo de música. Su sonido me fascinaba.

Ida la infancia y ya bien entrado en la edad adulta, tres veces he oído el mismo sonido flotar sobre mi cabeza, arriba, delante, quizá a unos cincuenta metros, pero la fuente emisora fue siempre invisible. Esto en España (1970), en Holanda (1973) y en Francia
(1987)...¿Un obsequio de otros Reyes Magos)

FRANCISCO LEZCANO


Para hacerla habitable realizamos muchas reformas a la arcaica masía que, incluidas sus
Cincuenta y seis hectáreas de entorno en equilibrio ecológico, tuvimos la suerte de adquirir por cuatro cuartos. Una prolífica naturaleza que nos prodigaba de honores. Colinas alfombradas de buen pasto y boscosas de castañeros. Un oasis entre Toulouse y Foix.

La configuración de la rústica vivienda nos había forzado a ubicar nuestra alcoba en la buhardilla. Al principio anduvimos un poco a disgusto, porque sólo era posible erguirse a los pies de la cama para no tener encontronazos con las vigas...

Felizmente, gracias al nocturno canto de los ruiseñores, residentes en los árboles que daban lo umbroso al estanque tapizado de nenúfares, animado de rojos peces y de batracios con garganta de tenor: gracias al ronco y espectral ulular de la gran lechuza blanca, señora de la centenaria encina pararrayos y paraguas de lo que fue granero; gracias a los noctámbulos animales, a los murmullos transmutados por los vientos en fascinantes palabras de misterio...

La buhardilla acabó por subyugarnos. Nos hicimos a sus voces multiplicadas, a su serena intimidad, a su secreta poesía.

Las once de la noche habían quedado atrás. Ya estábamos en la cama. Mi mujer, recostada sobre un cojín retenido ajo el brazo derecho, leía el libro depositado a su lado sobre la colcha escocesa. Yo sostenía el mío entre las manos, la espalda apoyada en el cabezal “capitoné”.

De vez en cuando, enormes mariposas nocturnas kamikaces de la noche, se estrellaban atraídas por las luces de la habitación, produciendo un sordo ruido de arcoiris roto contra los cristales de las ventanas.

En la planta baja, los hijos de mi compañera, que tenían nueve y diez años; y el mío, de once recién estrenados, dormían. Todo flotaba en un baño de lírica calma.


De pequeño, no sé por qué, siempre le pedía a los “Reyes Magos”, una de esas peonzas de lata policromada que giran a golpes de émbolo, emitiendo eólicas notas muy armoniosas... Hablo de ello porque fue un similar sonido el que nos sorprendió. Venía de lejos, acercándose por el costado norte de la granja.

-¿Qué es eso? –preguntó mi mujer, fijando inquieta la mirada en los cristales de la alargada y estrecha ventana a nuestra izquierda.

- No lo sé . Tal vez un helicóptero –le respondí sin creérmelo.
- ¿Un helicóptero? –interrogó, esbozando un mohín de escepticismo-. Lo parece, pero...
- Tienes razón...¿a lo mejor es uno de esos “cacharros!
- ¿Qué cacharros?
- Un OVNI, un Platillo Volante, E.T.... o algo por el estilo.
- ¡Bromeas! –me explicó, dejando escapar una risita burlona, y significándome con un gesto del índice sobre la sien, sus dudas sobre mi cordura.

Sentí un poco de vergüenza, porque la posibilidad del “hombrecito verde” no me había parecido absurda.

El sonido se estabilizó sobre el tejado.
-¡Diablos! –exclamé excitada-. Voy a ver de que va la cosa.

Abandoné el lecho y crucé la habitación encorvado para no sacudirme un porrazo con la carpintería del bajo techo. Al otro lado, abrí de par en par la amplia ventana. El cielo aparecía nítido. La luna llena permitía una espléndida visibilidad. El sonido armonioso e inquietante surgía frente a mí, sin embargo...

- Dime ¿Qué ves? –inquirió mi compañera, con un temblor en la voz, reflejo de su estado entre el temor y la curiosidad.
- No lo sé. Está ahí, en alguna parte, pero no hay nada.

Miré abajo, al jardín. Phebus, nuestro perro pastor alemán, la cabeza apuntando al cielo, las orejas en alerta, sentado, rugía sordamente a una entidad o cosa solo visible para él.

- ¡Phebus! ¡Cállate! ¡Échate!

No obedeció a la primera, pero lo hizo en cuanto las delicadas notas se hubieron casi disipado en la distancia, entonces cerré la ventana y regresé a la cama.

Durante un minuto permanecimos oído atento, y como ni el perro ni el sonido se manifestaron, nos concentramos de nuevo en la lectura... aunque, como se dice¨con la mosca en la oreja-


Al poco nos dormimos, yo con el libro abandonado sobre el vientre; mi mujer con el suyo arrugado por completo contra el pecho.

Habría transcurrido una media hora, cuando lastimeros aullidos y gruñidos de enfado en sordina, nos sobresaltaron.

- ¿Qué tiene ese animal? –mascullé incorporándome de tan mal talante que me di un cabezazo contra el techo.
- ¡Maldita sea!

Medio atontado, de tres zancadas alcancé la ventana, la abrí y me puse a llamar al perro.

- ¡Phebus! ¡Phebus! ¿Qué tienes? ¡Ven aquí!

Mi mujer había salido de la vivienda. Corría en bata de una lado para otro, buscando al perro.
Se le oía, pero imposible localizarlo entre los matorrales y sus sombras, pese a la clara luz lunar.

- ¡ Phebus! ¡Phebus!
- ¡Déjalo! –grité fastidiado de tanto desvelamiento- estará persiguiendo un zorro.
- ¿Persiguiendo?... más bien se diría que la víctima es él.
- Entonces andarña escapando de un jabalí.
- ¡O del ruido! – me especificó- ¡Está ahí otra vez!
- Si, pero se aleja... Y al perro ya no se le oye... Mira, cariño, tengo mucho sueño...Sube, vas a coger frío. Yo me acuesto, ¿vale?

Cerré la ventana sin preocuparme más y no sé si por fatalismo, comodidad o exceso de optimismo regresé flemáticamente al lecho y me deslicé en él como una carta en un buzón...

A medio dormir, oí la voz de mi mujer exclamando:

-¡Phebus!
-¿Vaya! –pensé- Ya lo ha encontrado: espero que en buen estado. Los jabalíes tienen malas pulgas.

Bostecé hasta hacer restallar mis maceteros. El sueño me alcanzó como un mazazo.


Cuando sentí que me tocaban el hombro, abrí los ojos y me volví malhumorado, pero el taco que tenía en la punta de la lengua me lo tragué al descubrir a mi compañera rodilla en tierra junto a la cama, pálida como un cirio y los ojos dilatados. Balbuceaba sin conseguir enfilar palabra.

-¿Qué te pasa? –pregunté, alarmado por su estado- ¡Cálmate!
- Han metido a Phebus en una cajita de plástico –tartamudeó sin dejar de tembla-.
- ¿Qué quieres decir? No te entiendo.

Su respuesta fue sacar del bolsillo de la bata un cubo transparente, de siete centímetros de arista, en cuyo interior Phebus indagaba el cielo con las orejas y la nariz.

- Pero... pero... –me quedé boquiabierto. No podía creerme aquel prodigio de bonsái animal-. ¿Quién le ha hecho esto? ¡No es posible! ¿Dónde lo encontraste?
- En el suelo, junto a la caseta... –frunció el entrecejo y permaneció pensativa, buscando una respuesta lógica-
- ¿Qué reflexionas? –le pregunté impaciente-.
- Tal vez... no sé... ¡ Debe tratarse de una broma!... quizá esa memez de la T.V.:”La cámara oculta”

Cogí el cubo con prudencia, amoscado. Al tacto era tibio. A la presión, ytierno como una goma para borrar. A la vista, nítido como cristal de bohemia.

Mi mujer recuperó el cubo y lo observó fijamente.

-Cariño... ¡No es un perro de verdad!
- Lógico, querida.
- Es una imagen...Algo así como una foto tridimensional.
- ¿Una imagen holográfica?
- Si. En circuito cerrado. Observa... el perro repite los mismos gestos todo el tiempo.

Aquella figura en movimiento perpetuo nos dejó hechizados...

-Creo que deberíamos prevenir a la policía o al Ministerio de Defensa –me susurró mi mujer, rompiendo la atmósfera mágica instalada entre ambos.

-¡Ni hablar –reaccioné con agresividad, aunque solo pretendía determinación-. Nadie va a creernos –especifiqué- .Y lo peor es que si lo hacen, se terminará nuestra paz, seremos víctimas de una fauna de depredadores, integrada por periodistas científicos, curiosos, místicos, cientos de turistas domingueros... en fin, cabrones de toda especie. Hemos trabajad durante diez años con nuestros propios brazos, para preservar este remanso
en perfecta estabilidad. No lo echemos a perder.

-Entonces ¿Qué vamos a hacer?
- ¡Nada! Por el momento, salvo cerrar el pico.
- Pero...pero podría tratarse de algo grave, por ejemplo: un experimento militar.

Cuando oí la palabra militar salté sobre el colchón como un equino dardeado por un tábano.

- Razón de más! Todo el mal que se le pueda hacer a esa lacra de la humanidad, será siempre bien venido.
- Lo sé... por ese lado ya sabes que compaginamos... bien... no diremos nada. Pero me pregunto:¿Y a los niños?
- ¡Nada!
- Bueno, sin...¿y el cubo? ¿Qué haremos con él?
- Lo ocultaremos y los acontecimientos decidirán.

Mi esposa dudó unos segundos antes de asentir. A continuación me entregó el cubo, que me apresuré a disimular en el fondo del “secreter” de la cómoda.

-Y...y Phebus?... va a ser un disgusto para los críos en cuanto se aperciban de su desaparición –susurró mi compañero bajo las sábanas- Espero que vuelva.
-Regresará, cariño. No te preocupes.


Sonadas las cinco de la mañana, varios ladridos volvieron a expulsarnos de la cama. Corrimos hacia la ventana y a través de los cristales, traslúcidos por el vaho, distinguimos con dificultad la silueta del animal junto a la caseta, ladrando guturalmente, como si temiera hacerlo.

-Voy a bajar por si está herido –dije- Y recuperando mi bata abandonada en el respaldo
de una silla, me la endosé mientras descendía las escaleras de dos en dos, sobre la punta de los pies para no despertar a los niños, a Dios gracias, con un sueño de acero y dormitorio interior.

Encontré a Phebus no tan asustado como había imaginado, sin embargo temblaba mucho. Despedía un fuerte olor a ozono y estaba pringoso de algo semejante a restos de un saco amniótico. No padecía herida. Lo acaricié y poco a poco sacó el rabo de entre las patas para expresar su contento.

-Anda, entra en la caseta –le dije-. No quiso hacerlo, entonces eché una ojeada al interior. Casi al fondo descubrí, con gran asombro, otro cubo, pero éste de quince centímetros de alto por la mitad de ancho, encerrando una escultura que representaba un extraño astronauta, color bronce. Calzaba botas semejantes a patas de avestruz. El rostro era cetrino y enjuto, de arcos oculares prominentes, ojos enormes de pez abisal, labios pequeños y pulposos, nariz de veterano boxeador... He dicho escultura, como consecuencia de su inmovilidad. La subí a casa, tembloroso de emoción ¡ La experiencia que estábamos viviendo era extraordinaria!

Encontré a mi compañera tan dormida que preferí no mostrarle el nuevo hallazgo.

Me acerqué a la cómoda, tiré del “secreter” y...
-¡Caspita! –el cubo de Phebus no estaba.

Hurgué nerviosamente entre los objetos eteroclitos almacenados... ¡cero! Pensé que ella lo habría desplazado por prudencia o impulsada por su singular concepto del orden.

Deposité el astronauta en el cajón, lo cerré con delicadeza para no hacer ruido y regresé al lecho, al encuentro de la agradable piel de mi mujer y de la acogedora tibieza de sus glúteos, que tanto me gustaba sentir contra el vientre y los muslos.


Cuando bajamos a la cocina para desayunar, los niños ya se habían ido a la escuela. Eran chicos muy autónomos, Salían a las siete de la mañana, par tomar el autobús escolar a unos novecientos metros de la casa. Así que nos encontrábamos en condiciones óptimas para hablar de los acontecimiento de la pasada noche.

Deposité la figura del astronauta sobre la mesa y expliqué a mi mujer las circunstancias de su hallazgo. Luego le pregunté por el paradero del desapareido cubo.

-No sé nada –me respondió con la mirada fija en la figurilla del astronauta.
- Venga, cariño! –insistí- ¿No crees posible que lo hayas cambiado de sitio, medio dormida, y no lo recuerdes?
- No lo he tocado –me respondió cerrando los dientes. La estaba hartando.
- Bien, bien....¿Entonces?...
- No lo sé. Quizá no fuera durable...se difumine...no sé...como una foto mal fijada. A lo mejor le va a ocurrir lo mismo a ese monigote tan feo.

Pero el tiempo transcurrió sin cambio para el astronauta.
Del cubo desaparecido ¡ ni rastro! Salvo si admitimos como restos la especie de lentilla de contacto, color marrón, que un día de limpieza general, descubrimos en un rincón del “secreter”.

Pues bien, tuve la humorada de presentar, como artista que soy, “mi escultura” en cuatro certámenes internaciones de arte. Gané cuatro primeros premios en metálico, lo cual me vino como anillo al dedo, para pagar los estudios de mis hijos.

Dos años han transcurrido. Seguiremos a l espera de la invisible peonza musical, rogando que la próxima vez se manifieste con las cartas boca a arriba.

*

FRANCISCO LEZCANO LEZCANO
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jueves, 29 de enero de 2009


















LA CAMPANA “SUSANA”
(GERONA)


En el año 1810, Gerona, a pesar de su heroica resistencia, había caído en manos de los franceses.

La mayor parte de la guarnición que quedó vigilando a la población civil se sentía muy insegura. Los gerundenses no permitían que les fuera fácil la vida y hacían todo lo posible por zafarse del invasor, acosándoles de mil maneras.

Una noche, los ánimos estaban particularmente encendidos en el cuartel de los franceses, a causa de una escaramuza de los habitantes que les había causado grandes pérdidas. Unos cuantos de entre ellos, decidieron que estaría bien dar un escarmiento a la población, saliendo es misma noche, con todo sigilo, y penetrando en las casas, matar a cuantas personas pudieran sin reparar en su condición. Seguramente, esa acción enseñaría a los gerundenses quién estaba al mando en su ciudad y les quitaría las ganas de seguir combatiendo.

Y tal como lo habían pensado, cogieron sus armas y salieron a la calle con la furia en el alma.

Las calles de la ciudad estabas sumidas en el silencio y la oscuridad. Nadie les había visto. Nadie más que ellos sabía lo que se proponían hacer. Nadie podría salvar a las personas que se habían propuesto matar.

Estaban ya preparados en las puertas de las primeras casas en que pensaban entrar, cuando de pronto, una de las campanas de la catedral empezó a tocar a rebato. Su sonido era más fuerte que nunca y parecía rebotar en todas las paredes de las casas y ampliarse infinitamente hasta llegar al último rincón de la ciudad.

Todas las ventanas se llenaron de luces, todo el mundo se preguntaba qué pasaba. Los gerundenses salieron a las calles, miraban al campanario de la catedral y, asombrados gritaban: “¡ ES LA SUSANA, ES LA SUSANA...!”, que tal era el nombre que recibía aquella campana.

Cuando el párroco subió al campanario, vio que la campana se balanceaba sola, impelida por una fuerza infinitamente más poderosas que la de cualquier ser humano.

Nadie dudó de que aquel hecho extraordinario, había salvado a la ciudad de un terrible peligro, pero sólo se supo cual había sido, cuando uno de los soldados, conmovido por los sucesos de aquella noche, contó lo que se había tramado contra la población en el acuartelamiento de los franceses.













¿Dime a dónde vas viajero

por tu ruta, siempre errante?

Voy buscando la verdad

que no quiere saber nadie.


CAMINOS...


Avanzamos ligeros

por las rutas que nos abre la vida

pensando:

¡Aún hay tiempo!


No parece imposible

que se termine el plazo

y las rutas se cierren.


Nuestra mente

nos conduce engañados

con su insaciable anhelo

de eternidad

y avanzamos triunfantes:

¡ Sobre tiempo!


Hasta que llega el fin

y nos hiere y aturde

de improviso.

Y marchamos dudando

porque el cerebro sigue

envuelto en la mentira

anunciando impulsivo:

¡ Queda tiempo!


Mas el plazo termina

y la razón se apaga:

¡ Cesó el tiempo!


Nuestra vida

interrumpe su ruta

y todo continúa:

¡ Queda el tiempo!


Pero el nuestro

se perdió para siempre

y nos envuelve

en los velos sombríos

que ocultan su misterio:

¡ Cesó el tiempo!


MARÍA LUISA IMBERNON

(Nació en LA PINILLA- Murcia

y desde niña reside en BARCELONA)















Y YO SÉ POR QUÉ.

BLANCA la espuma
Como tus dientes en la sonrisa.
Huele la arena a tu pelo.
El Sol sobre mi espalda
Me recuerda la palma de tu mano.
La brisa tiene
El fru-frú de tus sábanas.

Miro al cielo,
Una gaviota
Por un tobogán del viento
Se aleja flotando;

Esto me pone triste
Y yo sé por qué...

FRANCISCO LEZCANO LEZCANO

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PARÍS- Técnica mixta.



LA MUCHACHA

CON sus ojos claros,
Como las fuentes del bosque,
Miraba el cielo
Color azul paloma.

La muchacha analfabeta
Deletreaba las palabras en redondilla
De las líneas de nubes en rebaño.

La muchacha
Rodeada por el canto de la hierba,
Las perfumada luz de los lirios,
Las cristalinas notas
En las arañas invisibles
De la catedral boscosa,
Con sus ojos claros
La muchacha leía
En el cielo color azul.

FRANCISCO LEZCANO LEZCANO
(Autor del cuadro y del poema)


























Poso con mi madre ante uno de mis cuadros abstracto-construc-
tivista. Ténica Mixta. Obra, a mi criterio, mediocre. Pero gesto
importante en el contexto y momento porque representaba una
palabra más de oposición a los discursos mordaces y agresivos
de los artistas conservadores, e incluso una actitud de resistencia
cada al sistema político que veía con mal ojo este tipo de manifes-
tación artístico-renovador: toda renovación era sospechosa a la
mirada de la policía política; se la suponía contaminada del virus
comunista, autonomista o cualquier otra gama de "rojo".

Exposición conjunta: RAFAEL BETHENCOURT (RAFAELY) y yo.
Inaugurada en el MUSEO CANARIO DE LAS PALMAS DE GRAN
CANARIA, bajo el título de EXPOSICIÓN DE ARTE CONTEM-
PORÁNEO. Época del llamado Grupo Espacio, surgido por iniciativa
del pintor FELO MONZÓN.

FRANCISCO LEZCANO LEZCANO

( de “AUTO-EXORCISMO
ENERO 1994...

LLEGO a Las Palmas de Gran Canaria en un avión de la AVIACO.
Salí de Toulouse. Viaje tranquilo. La comida, a bordo, me pareció
Infame. He volado con la cara pegada al plástico de la ventanilla,
Escrutando entre las nubes por si un OVNI andaba jugando al
Escondite.

EN el aeropuerto canario hacía viento y frío. Las cumbres isleñas
Estaban cubiertas de nieve. La mar en marejada. Era como haberse
Ganado una lotería negativa.

EL servicio de entrega de equipajes, desordenado, ineficaz y muy lento...
Exasperante.

VINE a mi domicilio en taxi. El taxista quiso estafarme. Encima, al no
Conseguir su propósito, me trató de “sucio extranjero”. ¡Qué ironía! Pues
Nací en Barcelona el 19 de Enero de 1934. Viví desee 1937 a 1967 en
Gran Canaria. Y hasta 1971 en la Península Ibérica. Pero en fin, también
Un camarero me ha dicho “para ser extranjero habla usted muy bien el
Español”. Es posible que de esta impresión cuando tengo un mal día –pienso
Yo.

Me atrincheré en la calle Carvajal 77, mi apartamento, con la intención de
Exorcizarme de ciertos demonios; crisis depresiva; sin paralelismo con el
Taxista, claro está.

Me he puesto a escribir. Hay quien elige una buena curda, pero yo, además de
Ser un abstemio integral; creo mejor evadirse por la metáfora lírica que vomitar
Mosto. El tablón y la resaca no son de mi blasón.
FRANCISCO LEZCANO LEZCANO
(AUTOR DEL TEXTO Y AUTOCARICATURA)
VÉGÉTAUX 1.973 FRANCISCO LEZCANO
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(de
“NÁUFRA-
GOS Y SU-
PERVIVIEN-
TES”)

ME acusaban
de tontaina
Por mirar
las moscas
Y contar las
musarañas.
Pero ésta, mi perdida mirada,
Me hizo descubrir muchas cosas
Que pocos buscan y menos ven.

Entre nube y nube rosa,
Oyendo hélitros
Y siguiendo hormigas,
Un día descubrí el chalecito
Con ventanas de mar y brumas.

Tenía un no se qué...
Algo de roja caperucita;
Tal vez su tejado en punta
Y su cara blanqueada.

Nariz de stilo canario,
Portal heredado de los árabes,
Parral donante de uvas y sombra.

Una viejita, en su silla de fresno,
Al fresco parloteaba de sol a sol
Con un ser invisible e íntimo.

Flores de geranio
Incendiaban las blancas faldas
Del chalecito.

Ya he rayado
Cincuenta y seis años del calendario,
Tensado las cuerdas de muchos violines
Y jugado con mis dedos
En el sonoro telar
De no se cuantos arco iris.

El cielo azul y las nubes
Se han ido de los cristales.
El chalecito se arruga,
Agonizando entre torres del progreso.
FRANCISCO LEZCANO LEZCANO
FRANCISCO LEZCANO LEZCANO

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AQUÍ ESTOY
( de su poemario “SI PLUS ULTRA”-1963)

PLANTARÉ una rama de laurel
Y un grano de trigo.
Regaré el pan y la paz,
Aunque tenga que arar, rodilla en tierra,
Con el canto de la mano;
Regar, con el agua salobre de mis ojos,
Cada terrón de suelo
Y cada semilla.

Tus hijos tendrán el rostro curvo,
Como esa luna llena sobre los tejados.
Y, nadando en la sangre,
Un grato sol de media mañana.

No es ilusión, hermano.
Mírame. Aquí estoy,
Con el hombro presto para el empuje.
Te acompaño.
FRANCISCO LEZCANO LEZCANO



FRANCISCO

LEZCANO

LEZCANO

Parque San Telmo

Las Palmas

de Gran Canaria.

1.938

UN LUCERO

trapecista en la última rama

parpadea en morse...

Yo me decía:

cuando sea grande

subiré hasta allí

para tocarlo.

Ahora soy grande...

miércoles, 28 de enero de 2009

XVI PREMIO NACIONAL DE POESÍA


Organiza:
HERMANDAD DE COFRADÍAS
DE SEMANA SANTA
Peñaranda de Bracamont 2009
TODOS SOMOS HABITANTES DEL MUNDO
Colaboran:
CAJA DUERO
EXCMOAYUNTAMIENTO DE PEÑARANDA
FUNDACIÓN GERMÁN SÁNCHEZ RUIPÉREZ
JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN
BASES:
1.- Podrán concursar cuantos poetas lo deseen;
siempre que sus obras se presenten en Castellano
y no hayan conseguido el primer premio en edicio-
nes anteriores.
2.- El lema será TODOS SOMOS HABITANTES DEL
MUNDO-
3.- Los premios estarán dotados de:
1er. preio de 1.5oo euros y Placa.
Un accésit de 600 euros y Placa.
4.- Los poemas ganadores y finalistas, serán poste-
riormente publicados, en un libro, por la entidad
organizadora.
5.- El Jurado, podrá declarar desiertos los premios, en
todos o en parte.
6.- Los poemas deberán presentarse con una extensión
mínima de 14 versos, y máxima de cien. La Hermandad
de Cofradías de Peñaranda de Bracamonte se reserva
la primera publicación de los trabajos premiados.
7.-Todos los originales deberán ser inéditos.
8.- Los trabajos serán presentados escritos a máquina a
doble espacio, en quintuplicado ejemplar, debidamente
cosido o grapado.
9.- En un sentido amplio, la temática se ajustará al título
del Certamen.
10.- Los originales se presentarán sin firmar, por el
sistema de lema y plica, incluyendo en sobre cerrado las
señas del autor, teléfono y copia del D.N.I., así como una
breve nota bio-bibliográfica.
11.- El original con sus copias y la plica, deberán remitirse
al apartado de Correos nº 26, 37300 PEÑARANDA DE
BRACAMONTE (Salamanca) ESPAÑA.
12.- El plazo de admisión quedará cerrado el dia
2 de marzo de 2009 a las 14 horas; admitiéndose
aquellos trabajos que ostenten el matasellos
de origen, fecha igual o anterior a la citada.
El fallo de los premios se dará a conocer durante la
segunda quincena de marzo de 2009.
13.- El Jurada estará compuesto por relevantes
personalidades de las leras; se dará a conocer
con los resultados del fallo del Concurso.
14.- Los oetas premiados, se comprometen a
desplazarse a Peñaranda de Bracamonte, para
recibir los premios, en el ACTO CULTURAL
organizado al efecto y que oportunamente se
anunciará.
15.- No se mantendrá correspondencia con los
autores de los trabajos presentados.
16.- Los trabajos no premiados, no serán devuel-
tos, y serán destruidos a los diez dias del fallo.
17.- La presentación de trabajos a este XVI
PREMIO NACIONAL DE POESIA, implica
la total aceptación por sus autores, de las bases,
así como el fallo del jurado que será inapelable.
PEÑARANDA DE BRACAMONTE
Diciembre 2008

martes, 27 de enero de 2009




A MARIO ANGEL MARRODÁN


Sea éste, mi más sentido HOMENAJE, a un poeta amigo, que conocí en persona en extrañas circunstancias, citados a un programa de televisión en CANAL SUR..
Durante años hubo intercambio de pliegos, cartas, notas, revistas, libros y poemas.
Pero se fue. Como todos haremos. Y quedarán –si quedan- volando los versos, como
Pacíficas y sutiles palomas blancas o como pajarracos enfadados.
Describir a un amigo no es tarea fácil. Bajo de estatura para ser hombre, dirían algunos, sin contar que su verdadera estatura era muy otra.
Moreno, de tez curtida. Seguro de si mismo. Con un sentido del humor muy especial.
Y un alma tan grande que no le cabía en el cuerpo. Doblegaba el genio, aún teniéndolo vivo. No le importaban las apariencias, en absoluto, a pesar de vestir con corrección. Tal vez buscaba pasar desapercibido entre la gente. O, sencillamente, así se sentía más cómodo.
Aún retumban en mis oídos las primeras frases que nos cruzamos:
- ¿Tu debes de ser MARIO ANGEL MARRODÁN?
- ¿Yo?...QUE VÁ...

Y aquí les dejo con una pequeña muestra de lo mucho que escribió.

TODO QUE HACER
( de “SOCIEDAD DE ADÁN” (i) )
En tierra prohibida
La madera sacrificada del árbol
Con su estéril melena se desgarra
Por todo el desamor del universo.

El cauce del agua viva no comprende
Ese algo inmaterial que en vano busca,
Cuya ala suprema tal incienso atrae
Al que probó las hieles del castigo.

Nunca atarás el alma, carcelero,
Aunque sepultes sueños con cadenas,
O machaques los huesos, o la amordaces,
En las cadenas de la cárcel negra.
El alma no se puede atar, el alma
Que como una gracia superior, etérea
De ingravidez, repudia lo terreno.

Todo está por hacer. A los conjuros
Del pozo inundado de invernales légamos,
Y de las criaturas con sus huellas viriles
La ceniza de lo colectivo
Caerá más allá de la niebla de las nieblas.

MARIO ANGEL MARRODÁN

TÉRMINO ENDIOSADO
(de “HORÓSCOPO DE POBRE”)
Una silueta ya de lejanía
Aparece sin rostro. Está borroso
Pero pone su rictus desdeñoso
Al pecado que llama hipocresía.

A través de su gesto de vigía
Ver le podemos. Dios es generoso,
(lo sabe). El es el Todopoderoso.
Le confiamos nuestra letanía.

Clave de resplandor para el honrado.
Puerto seguro de inmortal herencia.
Muchos le niegan. Mas lo que ha creado,

Lo que ha creado por su eterna ciencia,
Flagelador converso en flagelado,
Demuestra la verdad de su existencia.

MARIO ANGEL MARRODAN

LA CATEDRAL DE MILÁN
ADATÁNDOLA A MI GUSTO
(de “VIAJE SOBRE ITALIA”)
En la Plaza del Duomo levantada
Blanca, imponente, colosal, grandiosa,
Inigualable mole portentosa
Se eleva. Gigantesca obra lograda.

Pellegrini proyecta la fachada
Que a impulsos de trabajos hoy reposa
Y se alza como empresa majestuosa
Por da Saluzzo a construir mandada.

Con remate suntuoso y permanente
Por solemne en el trazo y la altura
Sólida sobresale, cripta aparte.

Es tras siglos el máximo exponente
Milanés, esplendor de arquitectura
En el lenguaje universal del arte.

MARIO ANGEL MARRODAN

A LAS PUERTAS DE PETRA
( de “JORDÁN, VISITA A LOS SANTOS
LUGARES”)
En el valle de Moisés
Hay casi un millón de muertos.
Destacan justo a final
Del angosto desfiladero.
Excavados en la roca
Palacios, nichos y templos.
Esculpido por los siglos
Original monumento.
Piedra sobre piedra, algo
Que sigue con su secreto.
No se puede describir
A la montaña en el tiempo.
Hay que ver el contenido
De una ciudad que es Museo.
Ante este mundo rocoso
Me he quedado boquiabierto.
¡Yo me quedaría en Petra
a dormir el sueño eterno!

MARIO ANGEL MARRODAN

No sé, recordado amigo, si se cumplió tu deseo.
ANGELES GARRIDO LUNA
ANGALU












Imagen realizada por la
escultora DOLORES GARRIDO
colocada en el altar mayor de la
Parroquia de la SAGRADA
FAMILIA DE FIGUERAS.
Sagrada Familia de Nazaret
fortalecednos en la unidad,
para que nuestras familias
sean faros, remansos de amor,
paz y refugio para quienes
sufren.

lunes, 26 de enero de 2009


ROMA, capital del cielo.
CIELO, sucursal de Roma.
MARIO ANGEL MARRODÁN

"Es uno entre tantos
y es un ser único:
un peatón y un cosmos"
OCTAVIO PAZ

A los niños les gusta jugar con soldaditos
y a las niñas con muñecas.
Cuando son mayores, es al revés.
NINA YOMEROWSKA












Tras esta selección de "LOS PÁJAROS PERDIDOS"

de R. TAGORE, irán apareciendo otros pájaros,

de distintos autores, con tal de que no se pierdan,

sino para que vuelen sueltos y libres.


Espero que os gusten.


ANGALU.




















Dios, en su amor, besa lo finito.

El hombre lo infinito.



R. TAGORE
























En el regocijo de la plenitud
podemos separarnos de nuestros frutos
con alegría.

R. TAGORE