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LA MARIPOSA OLMERA,

huésped de los olmos.

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NYNPHALIS POLYCHLOROS

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Antaño muy abundante, se enfrenta hoy con el drama de la muerte de miles de olmos -especie arbórea de la que se alimenta-, por causa de una epidemia de difícil tratamiento.

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Dentro del amplio mundo de las mariposas diurnas o ropaloceros -como se las conoce en la terminología científica- figura una especie de talla mediana, bello colorido y rápido vuelo, que responde a la denominación de olmera o mariposa de los olmos, y que ha saltado a la actualidad indirectamente por causa de un grave problema al que tiene que hacer frente. Se trata, concretamente, de la epidemia que afecta a los olmos de forma mortal. Ya han muertos miles de estos árboles en España y se teme por una suerte semejante para los restantes ejemplares que aún sobreviven. Nuestra mariposa protagonista es una víctima indirecta en este suceso, ya que se queda sin alimento para sus orugas, quienes prefieren por encima de todo las hojas de los olmos para alimentarse durante ese estadio de su corta existencia. Se ha podido comprobar que también pueden alimentarse de las hojas de otras especies arbóreas -por ejemplo sauces- lo que permite albergar, al menos, optimistas esperanzas para esta mariposa, descrita por primera vez en Suecia en 1758.

Las orugas de la olmera, nacidas sobre las hojas de un olmo o un sauce, no paran de comer, día y noche, hasta que alcanzan su total desarrollo, momento que puede adivinarse al comprobar cómo se dejan caer al suelo en busca de un lugar para crisalidar. Los depredadores que las acechan constantemente entre los que figura el gracioso cuclillo- lo tienen ahora más fácil que nunca. Sin embargo, la sorpresa que se llevan al aproximarse a la oruga bien puede hacerles desistir del intento. La oruga presenta sobre su dorso y flancos una serie de afilados apéndices, a modo de espinas, ciertamente poco atractivos. Pasado el peligro, continuará su marcha para colgarse allí donde lo crea oportuno.

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JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ

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