jueves, 2 de julio de 2009


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La Fontaine era un hombre muy distraído. Un dia hablaba con una viuda a la que daba el pésame por la muerte de su marido.
-Os compadezco de veras; es verdaderamente un gran dolor perder a un esposo como el vuestro.
Siguió un momento de silencio, y el fabulista se distrajo, de tal modo que, pensando en otra amiga suya que había perdido un hijo, continuó:
-Pero no os aflijáis demasiado, señora; por fortuna podéis consolaros con los otros que os quedan.
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