sábado, 31 de marzo de 2018







(Cuentos de Angalu)
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"LA CULPA ES DEL PP" 
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Esta historia no comienza el día que se fundó dicho partido con los pedazos sueltos, más o menos grandes, del anterior denominado ALIANZA POPULAR. 
Ni con Fraga. Ni con Aznar. Ni siquiera con Rajoy. 
Esta historia comenzó un soleado primer jueves de Noviembre, cuando la vetusta abuela de una numerosa familia de la ciudad, tuvo la ocurrencia de reunir, con motivo de su cien cumpleaños, a toda su prole, invitándolos a comer al aire libre en la terraza del Santuario de Los Ángeles de Gerona; lugar por el que sentía una profunda devoción. 
Para entrar en situación, convendría al lector ir cerrando de vez en cuando los ojos, imaginar cuanto se describe aquí, y luego abrirlos de nuevo para poder seguir leyendo. 
En esta tesitura y entrados en harina, tienen todos mi permiso para sentarse en un cómodo sillón de su casa, con un café, refresco o copa al lado, para engullir más a gusto la lectura. 
O si lo prefieren, se llevan el libro a la montaña, a la playa, al campo, o donde les dé la real gana. Lo importante es sentirse a gusto, que ya bastantes disgustos tenemos en la vida. 
Y para solazarnos con cualquier lectura, es preciso pasar de todo lo demás o sentirnos rodeados de un ambiente lo más sereno y silencioso posible. 
Soltado el rollo de este preámbulo vayamos a la ENJUNDIA: 
La abuela cebolleta de esta historia se llama Paca y ha tenido, tiene y seguramente seguirá teniendo mientras viva, tal genio y empaque, que nadie en su familia se atreve a llevarle la contraria. 
Consciente de que con su edad es preciso aprovechar el día a día como un regalo divino, maquinó con todo detalle esa comida de celebración; y para que el gasto no fuese tan elevado, llamó al Restaurante para encargarles arroz para cuarenta personas, sin que le cargaran el costo de camareros, ni mesas, ni sillas, porque eso ya lo realizarían entre toda la familia. 
Arroz por ser jueves. Agua, pan, vino, patatas chips y aceitunas para picar y sin postres. La gigantesca tarta ya la llevarían las cocineras de la familia. 
Les pidió que para ese día, retiraran las mesas y sillas de la gran terraza al aire libre, salvo unas cuantas para depositar las paelleras. 
Y cuando ese jueves irremediablemente llegó, porque el tiempo llega así: irremediablemente, el enjambre de vehículos copó todos los rincones de aparcamiento. 
Se formó un barullo infernal. La chiquillería salió disparada como pájaros enjaulados recién puestos en libertad. 
Los jóvenes y adolescentes hablando de las tres emes: música, motos y mozas. 
Los de mediana edad, de fútbol o política, y los mayores de las últimas dolencias padecidas. ¡Todo normal! 
Lo que no resultó tan normal tras los besos y abrazos de salutación de unos con otros, fue el que sacaran del maletero tableros, caballetes, sillas de camping, y subiendo cargados como burros las escaleras hasta la terraza, -en lugar de aprovechar el amplio comedor cubierto- formaran alrededor una gigantesca mesa y la forraran de mantel de papel, haciendo correr el rollo industrial todo a lo largo de ella, sujetando de vez en cuando con apropiadas pinzas para que el viento no se lo llevara al quinto pino. Colocaron las sillas de camping alrededor. 
Y mientras los peques jugaban a pelota, al escondite, a tirarse de los pelos o zurrarse, los caballeros iban y venían de la cocina con los platos y las paelleras humeantes, las bebidas, los cubiertos y las servilletas de papel, que las damas iban ubicando adecuadamente, colocando una piedra encima para que no se las llevara el viento. 
Por ese motivo, los jóvenes más forzudos llevaban un buen acopio en capazos de goma que les habían prestado los obreros de una casa en construcción en la ciudad. 
Estaban todos sentados, cuando la abuela, caminando despacio, llegó apoyada entre su lujoso bastón con mango de plata y su hijo mayor al otro lado, luciendo un elegante vestido de terciopelo azul con zapatos forrados a juego, como si aquello fuera una boda de lujo. Tras los “ohes” de rigor y batir palmas, desfilaron con orden para darle un beso, y luego tomaron asiento en silencio hasta que aparecieron las patatas fritas y las aceitunas, y la chiquillería fue alternando sus juegos con el picoteo; los pájaros poblaron la gran catalpa, el gran tilo del centro y demás árboles circundantes, ya sin hojas, a la espera de su banquete de migajas. Todo normal. 
Como normal resultó, al principio, el transcurso de la comida, incluidas las conversaciones iniciales de los adultos. 
Con el sarao político que se estaba armando por doquier, el tema resultaba ineludible. 
Entre las casi treinta personas mayores de edad, descontados los niños, había de todo: altos, bajos, gordos, flacos, inteligentes, necios, presumidos, pasotas, ambiciosos... pero por respeto a la abuela y su genio, mesuraron tanto el tono, que al principio parecía una balsa de aceite. 
No faltaba allí representación alguna del multicolor panorama votante. Desde la izquierda más recalcitrante a la derecha más extrema, sin dejar el más moderado centro o los pasotas que no se molestan siquiera en ir a votar. 
Así, Pedro, simpatizante del PSOE, pero no del PSC, nieto de la homenajeada, bonachón y tolerante, se dirigió a un primo que era voluntario de los de verdad, de los que no chupan ni cobran pero trabajan por la causa de la independentista ANC: 
-Dime primo Albert, ¿Qué representa para ti el tener colocada en la terraza de tu casa pendiendo de un asta, la estelada azul? 
-Una idea nueva. 
-¡Ya! Porque idea vieja, desde luego no es. Ni tiene historia ni tiene base. Encima se parece a la cubana y a la de Puerto Rico. Os tendrían que demandar por plagistas. 
-No digas eso, Pedro, que no es igual La de ellos son tres barras rojas sobre blanco. 
-Y la vuestra, -y no digo mía- cuatro sobre amarillo. Pero estructuralmente es calcada. ¡Qué falta de imaginación! ¿No tenemos la de siempre, la cuatribarrada normal? 
-Para diferenciarla de Aragón y abrir una nueva etapa. 
-¡Ahí te quería ver! Porque su origen es Aragón. Y una nueva etapa, porque lo que es la Historia, la habéis retorcido hasta la saciedad. 
-¿Tienes algo contra mí? Yo no ofendo a nadie. 
-¡Qué bien enseñado estás! Cuando os faltan argumentos lucís el victimismo. 
-¡No discutáis de política! - gritó la abuela con furia y por un momento se hizo un silencio absoluto. 
Hasta los niños se acercaron a ella y dándole besos le dijeron que no se enfadara, que no le convenía a su edad. 
-¿Que no me conviene a mi edad enfadarme? ¡Pues si que estamos bien! 
Tras un momento de silencio en el que se calló hasta el aire, alguien comenzó a hablar de fútbol. Entre simpatizantes del Madrid, del Betis, y del Barça, pronto se armó tal barullo que la abuela volvió a estallar enfurecida: 
-¿Es que no sabéis hablar más que de política o fútbol, atajo de necios? 
-¿De que vamos a hablar, si no, querida abuela, de trapitos como las mujeres? 
-Podéis contar chistes, cosas que os han pasado o que habéis hecho. ¿Es que a estas alturas os voy a tener que decir que nuestro diccionario tiene más de ochocientos mil vocablos para que escojáis solamente dos para hablar? 
-Bueno, pues vamos a contar chistes y te dejaremos contenta. -Añadió Pepe, el más tranquilo y pacificador de la familia-. Pero ten en cuenta abuela, que hemos comenzado hablando de política porque es lo que más nos preocupa, hoy por hoy, a todos. Y la culpa es del PP. 
-¿Y tu dices eso? Si nuestro partido está de acuerdo con él. Déjalo en paz, que bastantes problemas tiene, el pobre. 
-¡Y los que se le avecinan! - Añadió Claudio, su padre, afiliado de Ciudadanos. 
-¿Pobre? ...¡ya quisiera ser yo tan pobre como ellos! 
-Más ricos son los “Pujoles” y no los nombras. ¡Como antes eran de tu onda ... 
-Y ya no digamos nada de los ERES de Andalucía. -Añadió Cándido, hermano de Claudio, de extrema derecha que ya no se casaba con nadie desde que su partido desapareció. 
Casimiro, dándose por aludido, tras mirar a diestra y siniestra inspeccionando que nadie ajeno a ellos pudiera escucharle hablando con empaque saltó: 
-Al Venerable no me lo toquéis. ¡Menudo montaje que habéis orquestado! 
-Para montaje el vuestro sobre los Eres. ¡Menuda exageración! ¡Ningún gordo se ha metido nada en el bolsillos! 
-¡Todo ha sido para los trabajadores! - Soltó alzando la voz Pedro, defendiendo a sus socialistas. 
Y la abuela, levantándose, dio tal puñetazo a la mesa, que hizo que saltaran al suelo los vasos de plástico más cercanos, mojando a la más pija de sus nueras de vino tinto, que se levantó y fue corriendo al bar para que le dieran algo que amortiguara la mancha. 
Tras un momento de silencio, Felipito, el biznieto mayor, de quince años, exclamó: 
-Está bien VISA, vamos a contar chistes. 
-Felipito, no me llames VISA, que no soy una tarjeta de crédito. 
-Bueno, biyaya, -Dijo, porque bisabuela le resultaba demasiado largo, comenzando a contar chistes. 
Y riendo, todos se lanzaron al ataque, dispuestos a dar buena cuenta de las paellas. Todas estaban en hilera en mesas metálicas. Todas compitiendo en negrura por el requemado sofrito. Todas con tropezones minúsculos, difíciles de ver y repartir, porque, encima, se había separado el hueso de la carne por exceso de cocción. El arroz estaba algo crudo y la centenaria comenzó a quejarse de que estaba demasiado duro para sus dientes. Pero como a buen hambre no hay pan duro y ya era tarde, siguieron comiendo. A pesar de la apariencia, el sabor estaba aceptable. 
Pero los niños en lugar de apartar los huesecitos, los cogían disimuladamente y por debajo de aquella gran e improvisada mesa, se los lanzaban unos a otros. 
Los mayores, encargados del reparto, extrañados de no ver desperdicios en sus platos, les echaban de vez en cuando tropezones sin arroz, y ellos sonreían mirándose de reojo, felices y complacidos. 
Terminadas las paellas, las hijas de la homenajeada sacaron de unas neveras portátiles, surtidas bandejas de caprichitos pica-pica, que en previsión de que aquella comida les supiera a poco, habían preparado en casa. 
Mientras, los nietos mayores, iban surtiendo de vino tinto aquellos vasos de plástico, sin que nadie se diera cuenta, y, trago va y trago viene, se iban poniendo achispados. 
Y como cuando alguien se achispa, se escapan los frenos a las ideas, volvieron a hablar de política. 
-¿Y tu a quien votarás? -Preguntó el nieto mayor al que le seguía. 
-¡Podemitas! O lo que más se le parezca- dijo casi gritando. 
Y la abuela, que por ser del ramo del agua, no había probado el vino, se levantó de un brinco y respondió hecha una fiera: 
-¿Podemitas...? ¡ Los Podemitas son a la Democracia como a una cabeza pensante una invasión de piojos ! 
Las risas estallaron. Los que habían votado a la derecha, por considerarlo una comparación merecida. Y los demás, por considerarlo un halago, al ir en contra de lo establecido. 
A la hora de repartir las diversas tartas, reinó el silencio. 
Todos se relamían de gusto y no les apetecía hablar. 
Y mientras la abuela pellizcaba a miguitas su porción para saborearla más a gusto, se le acercó uno de los biznietos: 
-Ahora que por fin te han dejado sola un ratito ¿puedo hacerte una pregunta, biyaya? 
-Dime, cariño. ¿Qué es lo que quieres saber? 
-Cuando alguien dice de otro que es más vivo que el hambre, ¿qué significa? 
-Significa que los muertos no comen y por tanto nunca tienen hambre. Así, decir que alguien es más vivo que el hambre viene a significar que es muy vivo, muy pícaro... 
-¡Vaya jilipollez! 
-Si, cariño, sí. Tontos los ha habido siempre. Pero ahora, decir jilipollas está de moda. 
-¿Tontos y jilipollas es lo mismo? 
-Más o menos. 
-¿Y por qué mi mamá te llama antigua? 
-No me llaméis antigua. Antiguos eran los de hace más de dos mil años. 
-¿Cómo el Antiguo y Nuevo testamento? 
-Así es. Me complace que a pesar de parecer un pijo, a veces me comprendas. -le contestó. Alguien de los que estaban jugando le lanzaron un pelotazo a la cabeza que interrumpió la conversación, originando otra trifulca... 
-¿Quién me ha deshecho el moño? ¡Malditos críos! 
Antes de que nadie contestara, del lado contrario le llegó volando un trozo de pastel que le dejó en la cara un pegote de nata. Se giró y vio como varios se estaban lanzando las sobras entre las protestas de las madres, mientras los padres hablaban de fútbol. 
Cogió su bastón y se levantó a estirar orejas a diestro y siniestro preguntando con sumo enfado: 
-¿Quién ha comenzado la pelea esta vez? 
-La culpa es del PP.- Contestó el más pequeño. 
-¿Cómo que la culpa es del PP? 
-No hace mucho han dicho que de todo la culpa es del PP, por no ser capaz de dar puñetazos en la mesa y decir: ¡Hasta aquí hemos llegado!. 
Y la bisabuela estalló en tan soberbias carcajadas, tan seguidas y furibundas, que comenzó a ponerse roja y a fallarle la respiración. 
Y al primer resuello volvía a la carga, sin dejar de reír. 
Y del ataque de risa, cayó al suelo y ya nada pudieron hacer por ella. 
Se quedó tiesa. 
Y después de comprobar sus hijos que realmente estaba muerta, seguía con una jocosa expresión de risa en su rostro. 
Llamaron a la polícía y ésta a una ambulancia, pero nada pudieron hacer. 
Levantaron el atestado, en medio de un silencio sepulcral. 
El sol soplaba con furia y solamente se oía el crujir de las ramas. 
El chaval, cerca de ella, estaba triste pero no sabía si reír o llorar y el policía le preguntó: 
-¿Tu sabes cómo ha muerto tu abuela? 
-Bisabuela. 
-Bien, tu bisabuela ¿cómo ha muerto? ¿estabas cerca? 
-Sí. Entre todos la mataron y ella sola se murió. -¿Cómo puede ser eso? 
-Nos peleábamos todos. La estábamos armando gorda y ella se enfadaba mucho. Y luego, peleándome con mi primo, me preguntó quien había comenzado la pelea y le dije que la culpa era del PP y le dio un ataque de risa tan fuerte que ella sola se murió. 
El policía miró al muchacho algo incrédulo pero siguió tomando nota y al día siguiente en la prensa local salió la noticia con el irónico titular: “Ayer, en los Ángeles, celebrando su centenario, felizmente murió Rufina de un ataque de risa”
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Ángeles Garrido Luna
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ANGALU


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4 comentarios:

  1. Menuda historia, parece una novela. Abrazos

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  2. Con más paja daría para una novela. Pero se me quedó en cuento. Y no sé si es por el título, me ha fichado por ahí un pirata mala pata que me ha bloqueado el acceso al blog a través de facebook. ¡Vivir para ver! ¡Ya no cabe un tonto más en este perro mundo! ¡ FELICES PASCUAS, SOLETE!

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  3. Pues yo también me he reído de lo lindo.
    Un abrazo.

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  4. Me alegro que te haya divertido. Recién llegados hoy de nuestras vacaciones en LA MANGA... recibiendo viento a manguerazos, cansados como burros, pero sin llegar a rebuznar, aquí estoy de nuevo dispuesta a da la lata. Gracias por tu comentario.

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