martes, 20 de diciembre de 2016


(Mensajes)
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Con esta entrada, la número 77.777 que resulta tan coquetuela, lanzo al vuelo, junto a esas gaviotas entre azules, mis deseos para el próximo año, el 2017:

Aparte de salud, que dicen que es de buen augurio que sea lo primero, como no la tengo, que al menos pueda ir tirando del carro de mi vida sin tener que molestar a nadie y poderme valer por mi misma... quisiera que los planes de mi hijo Javier, tras varios años de estar en el paro, se cumplan y le solucionen la vida.

Que, en esta era de divorcios, separaciones, violencias de género y otras tantas malas hierbas... siga a mi lado mi marido, mi compañero, mi confidente, mi todo, desde ya los 50 años que cumpliremos este siguiente año, precisamente. 

Que mi otro hijo, su esposa, sus tres hijas... sigan dándonos alegrías. Que les vaya bien todo. 

Que mis hermanos, cuñados, sobrinos, primos primeros, segundos y los que le sigan, formen parte de mi y no se escapen de mi corazón.

Que se multipliquen mis amigos sin perder los que ya tengo y que no son pocos.

Que los seguidores de mi blog, estancados desde hace tiempo, se multipliquen. Es un capricho un tanto tonto, lo sé, pero me hace ilusión.

Que sea como sea, puedan publicarse mis libros, se vendan, se lean, que gusten... porque al fin y al cabo son también como hijos míos.

Y si me toca una primitiva y me ayuda a realizar lo anterior, pues mejor que mejor.

Y nada más. ¡Hasta el siguiente mensaje!

Angalu

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2 comentarios:

  1. Por si sirve de algo espero que se cumplan tus deseos, por colaborar he ido a ver si podía hacerme seguidora pero ya lo soy y no se admiten replicas. Saltos y brincos

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  2. Ja ja ja... gracias Ester. ¡Claro que eres seguidora y no te admite de nuevo... se colapsaría la red. Mi mensaje va dirigido hacia amigos y también familiares, que sé que me visitan pero ni se hacen seguidores ni dejan comentarios. Luego me dicen por correo que les gusta mi blog. Los hay que prefieren estar todo el rato en "facebook"... ¡Sobre gustos mejor no hablar!
    Brincos y saltos, amiga.

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