lunes, 21 de noviembre de 2016

(Curiosidades)
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Desde que nos jubilamos, decidimos en casa anular las suscripciones a periódicos para reducir gastos y nos suscribimos a la revista mensual EL SANTO, de más constructiva y positiva lectura. Como muestra os ofrezco en esta pestaña unas cuantas curiosidades que la filóloga ROSA MARTÍNEZ publica de vez en cuando en sus páginas. 
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"TENER MUCHOS HUMOS"

Si en los anteriores artículos, en los que he tenido el placer de acercarme a todos ustedes, el origen de las frases hechas comentadas siempre gira en torno a los siglos XVI y XVII, en esta ocasión, las frases "tener muchos humos" o "subirse los humos a la cabeza", parecen trasladarse aún más lejos. Tanto como la época de los antiguos romanos y su hábitos religiosos o de adoración
Ante todo, recordar que el significado actual hace referencia a la persona altiva, engreída y con una presunción desmesurada.
También se aplica a quienes aparentan un nivel social o económico que en realidad no le corresponde.
Por eso habrán oído en más de una ocasión "VAYA HUMOS SE GASTA ÉSTE" o "A ÉSTA SE LE HAN SUBIDO LOS HUMOS A LA CABEZA".
JOAQUÍN BASTÚS, escritor y pedagogo español del siglo XVIII - XIX, en su obra: "La sabiduría de las naciones" (1862) cuenta que esa frase proviene de un hábito que se daba en las familias de la antigua Roma.
Parece ser que las familias solían colocar en los patios de las casas, los retratos o bustos de familiares: abuelos, tíos, hermanos, bisabuelos y demás (todos ellos antepasados).
Cuántos más familiares estuvieran reflejados en retratos en esos atrios, más se mostraba la importancia y longitud de las familias en el tiempo. Mostraban la antigüedad de la familia, cosa para destacar y estar orgulloso en la Antigua Roma.
A través del paso del tiempo, esas figuras, sobre todo las más antiguas, iban tomando un color oscuro, mostrando una pátina de rancio que daba abolengo a la familia (esa es, por cierto otra frase hecha: "RANCIO ABOLENGO" relacionada con el tema de los humos y la oscuridad que denotaban las imágenes)
Los atrios que tenían imágenes más oscuras o "con más humos" se consideraba que eran los que tenían más poder familiar, incluso un aire de aristócratas, del que solían jactarse ante el resto de vecinos.
Esa es la expresión "TENER MUCHOS HUMOS" o por analogía, "SUBIRSE LOS HUMOS A LA CABEZA":
manifestar una actitud nada ensalzable de ser engreído y presumido sin moderación, todo ello basado en las apariencias, en el aspecto oscuro de unas figuras y retratos.
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