martes, 12 de julio de 2016


(Biografías interesantes)
LA MIRADA AGUDA DE FREDO ARIAS DE LA CANAL, el hombre del Siglo de Oro
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El empresario asturmexicano ha dedicado su vida a la recuperación de la tradición literaria española y acaba de rescatar la figura del poeta Pedro de Padilla

OVIEDO, VICENTE MONTES En estos tiempos de fusión cultural y globalización, que alguien afirme que es necesario «motivar la herencia heroica hispana» en las nuevas generaciones resulta cuando menos chocante. Pero más aún lo es que esa proclama nazca de un concepto exclusivamente literario ajeno a ideologías políticas, que beba de las fuentes del Siglo de Oro español o los romances medievales, el Cid Campeador o las hazañas de los marinos del siglo XV.
Fredo Arias de la Canal mantiene un discurso apasionado que prácticamente es la obra de toda una vida dedicada al estudio y la devoción por la cultura clásica hispana. Este empresario mexicano con raíces asturianas, de éxito en el negocio de las resinas, vive su interés por la literatura castellana como pocos y ha convertido su pasión en una auténtica bandera.
Los genes de Fredo Arias cruzaron el charco sin perder su amor por los orígenes, enraizados en Teverga y Liébana (Cantabria). Tan intensa ha sido la relación con su tierra que la localidad cántabra de Potes cuenta con una Casa de Cultura que él cedió. Allí se muestran, en honor al cartógrafo Juan de la Cosa, mapas antiguos originales y reproducciones de las espadas Tizona y Colada, que, según la tradición, empuñó Rodrigo Díaz de Vivar. «Están allí, para que las vean y toquen los niños y sepan de qué hablaban los romances; hay que motivar la herencia heroica», explica.
Todo ese afán digno de un mecenas renacentista se focaliza en el Frente de Afirmación Hispánica, una entidad que él mismo constituyó y que destina sus esfuerzos a impulsar el concepto de hispanidad, promover estudios literarios y programar actividades culturales. El propio Arias de la Canal elaboró el ideario y encontró un espacio de difusión en la revista «Norte», que fundara el poeta asturiano Alfonso Camín y cuya existencia prolongó Arias. El Frente de Afirmación Hispánica entrega anualmente el premio «José Vasconcelos», que han recibido literatos como León Felipe, Salvador de Madariaga, Jorge Luis Borges o Arturo Uslar Pietri. Pero también ha recaído en Camín o en Samuel Bronston, productor cinematográfico de «El Cid» de Charlton Heston. En definitiva, el «Vasconcelos» reconoce a personas que hayan promovido la divulgación del tronco común hispanista que enlaza ambas orillas del Atlántico.
Como buen amante de las letras, defiende la palabra precisa. «No comprendemos a algunas autoridades culturales de España que utilizan el término "iberoamericano", cuando allí, al otro lado del océano, no sabemos qué es eso. Somos latinoamericanos o hispanoamericanos. Los iberos fueron una tribu del Levante español, ya no existían cuando llegaron los romanos porque ya eran celtíberos, y de ellos sólo nos han quedado unas buenas esculturas y algunos signos que nadie ha sabido descifrar. Tratar de fundar una nacionalidad en una tribu de iletrados es ilógico». No sin una pizca de orgullo, Fredo Arias exhibe el último trabajo publicado por el Frente de Afirmación Hispánica. Se trata de un grueso tomo con cien poemas inéditos de Pedro de Padilla. «¿Cómo puede ser que este monstruo de las letras españolas que fue Padilla permanezca prácticamente desconocido?», se pregunta. «Toda la obra de Pedro de Padilla ha sido publicada por el Frente, aunque hay una de sus antologías que no hemos encontrado», explica Arias. Se trata de un volumen titulado «Ramillete de poesías de graves autores», que acabó requisado por la Inquisición. «En uno de sus poemas señalaba que la Virgen María había subido al cielo y estaba con su hijo. Eso no fue admitido por la Iglesia porque ponía en entredicho el concepto de la Trinidad y todos los ejemplares fueron requisados», explica. Aunque los vericuetos teológicos dictaron sus propias normas: «Da la casualidad de que Pío XII, en el año 1950, instauró el dogma de la asunción de María, así que Padilla resultó ser un profeta», dice con media sonrisa el hispanista. Y, así, con esa fuerza de entusiasmo que le caracteriza, no ha dudado en plantear a uno de los autores de la recopilación, José Julián Labrador, «que se acerque al Vaticano y trate de ver si consigue un ejemplar, ya que Padilla ya no tiene estigma». «Ya ve, ahora estamos en una tetranidad», bromea. Arias de la Canal prefiere pasar de puntillas sobre su vida al margen de su interés por impulsar una idea de hispanidad con ecos cervantinos. «Mi padre era asturiano y lo que hoy llamamos la España moderna es algo que se debe a los asturianos; esa cuestión tiene una gran fuerza. Mucha gente cree que por nacer en México, Perú o Argentina uno no ama a Hispania, que en realidad es un concepto global», explica. Ese amor por lo hispano le lleva a asegurar que «la fuerza moral que tiene España en el mundo es cultural, ha sido la gran educadora de tribus americanas desde la Patagonia hasta Alaska».
Pero considera que hasta los propios españoles reniegan de ese legado o, en el mejor de los casos, lo subestiman. «Tenemos la manía de cambiar nombres originales, por ejemplo, Cervantes firmaba con b en vez de con v, o se ponen tildes a nuestros nombres godo-castellanos. No entiendo tampoco por qué la Academia de la Lengua no se refiere al idioma como castellano, en vez de español, está sustrayendo el derecho de otros idiomas como el gallego o el catalán a llamarse españoles. En cierto modo, existe un paternalismo un tanto estúpido entre ciertas élites culturales españolas».
Con el paso de los años, el Frente de Afirmación Hispánica de Fredo Arias de la Canal ha logrado publicar un buen número de obras inéditas, rastreando nombres que han permanecido orillados, como el de Juan de Malara, «que fue quien escribió por primera vez en la forma de décima que se atribuye erróneamente a Espinel». Y la variedad de estudios va desde una inminente antología del romancero morisco hasta ediciones del «Quijote», estudios sobre la indagación de un «protoidioma» o el análisis crítico de obras literarias desde un punto de vista psicoanalítico. «Nuestras publicaciones tienen un reconocimiento cada vez mayor entre estudiosos, universitarios, poetas y escritores», asegura Arias de la Canal.
Y aunque considera que «el humanismo está de capa caída», fía en la tradición literaria española las posibilidades de redención de una cultura que partiendo de un tronco común se ha extendido por todo el globo.
«Nuestra labor es un grano de arena en la playa, pero es algo; si otros hicieran lo mismo, otro gallo cantaría. Lo primero que hay que pedir a los españoles es respeto a su propia tradición», recalca. Una tradición que fluye al ritmo de romances, héroes de cantares de gesta y, sobre todo, mucho y añorado Siglo de Oro.
(Texto encontrado en Internet)
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sábado, 9 de julio de 2016

(Poemas de Angalu)
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FORMAS DE REZAR

La oración, 
ese milagro que vuela más allá de los pájaros
y la mariposas,
puede surgir como una canción 
aprendida de niño,
como una frase corta o un rezo largo,
como oración escrita o acomodada
a la necesidad del alma. 
La oración, ese milagro 
sale del alma en el silencio
o acompañada de un canto, 
y se diluye en la infinita nada
hasta llegar al destino que conocemos
pero ignoramos donde está.
La oración, 
ese milagro que vuela como los pájaros
sin precisar alas, 
que puede cantar o volar en silencio,
puede ser tan variada 
como el colorido de las mariposas,
y como ellas, tras breve vida
desaparecen de la vista
para libar hermosas flores que no vemos.
La oración, 
ese milagro que nos sana el alma
siendo etérea, nos llena,
siendo frágil, tiene la fuerza
de un volcán que explota,
como un volcán de vaporosa humareda,
o como un volcán apagado por la tristeza.
La oración, ese milagro
que los ateos no pueden comprender
tiene infinitas formas
y todas agradan a Dios.
No importa que se dirija a María, 
al Padre, a Jesús o al Espíritu Santo.
Como tampoco importa
si es a través de la intercesión
de cualquier Santo.
¡Todas llegan a su destino,
porque todas son un milagro divino.
No importa tanto el rezo
si es de rodillas en un Iglesia,
como la sinceridad del alma.
No importa tanto el rezo
si estás acostado en la cama
antes de que te rinda el sueño,
como el pensar, 
en cada palabra, en cada frase, 
con el alma en el pensamiento.
No importa tanto el rezo
si estás frente al ordenador
escuchando cantos religiosos
mientras los dedos juegan con las teclas
haciendo volar mariposas
de cualquier juego, 
pero piensas en lo que escuchas
con toda el alma.
Porque no importa el rezar como un loro
que repite lo que le dicen, sin pensar,
y se pierden las palabras en el camino
sin llegar a su destino.
La oración, ese milagro,
no lo es porque sí.
Es un milagro que Dios nos deja
para que nunca nos sintamos solos,
para consolarnos cuando estamos tristes
o aliviar cualquier tipo de dolor. 
Siendo uno de los milagros más invisibles
es el más fácil de encontrar,
a solas, con la familia, o en una Iglesia repleta. 
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ANGALU
ÁNGELES GARRIDO LUNA
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viernes, 1 de julio de 2016




(Poetas amigos)
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A la vida


Sean tus versos honrados con loores,
tu prosa de castiza donosura,
clara sutil, toda una confitura
para deleite de cien mil lectores:

Primero has de sufrir los sinsabores
del que quiere alcanzar meta segura,
pero tu voluntad si es que perdura,
te ha de llevar a disfrutar honores.

De la hora de nacer hasta que mueres,
un tiempo tienes para hacer tu historia, 
conócete a ti mismo, si es que puedes,

y así podrás dejar de ti memoria,
porque estarás haciendo lo que quieres
para tu beneficio, nombre y gloria.

Fredo Arias de la Canal
Centro de Afirmación Hispanista
México