domingo, 18 de noviembre de 2012

(Refranes)
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EL MUERTO AL HOYO
Y EL VIVO AL BOLLO.

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Es fácil entender a lo que se refiere y también podría decirse:
EL MUERTO A LA FOSA
Y EL VIVO A OTRA COSA.
Mientras al muerto se le entierra el vivo come y bebe, y todavía a principios del siglo XX, en muchos lugares, los hombres iban a la taberna cuando doblaban las campanas a muerto. 
PÍO BAROJA nos describe con su buena chispa de siempre, una situación similar, en uno de sus cuentos.
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(Esperemos que con esta cruenta crisis que estamos padeciendo no se convierta ese refrán en:
LOS VIVALES SE COMEN EL BOLLO
Y NOS MANDAN A LOS DEMÁS AL HOYO.Angalu)
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4 comentarios:

  1. Lo triste detrás de todo esto no es lo que el refrán indica, sino lo que sugiere. Es normal que el muerto vaya al hoyo y que sus familiares y amigos sigan viviendo, alimentándose y enfrentando la vida; lo triste es que nos desentendamos los unos de los otros mientras estamos en esta vida, lo que podría traducirse por algo así como: "ande yo caliente y ríase la gente".
    Un abrazo

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  2. El sabio refranero popular refleja lo bueno y también lo peor del pensamiento y la costumbre.
    Tengo una prima bastante más mayor que yo, pero con la cabeza muy bien puesta en su sitio, que cuando acude a un funeral, si le ha gustado lo comenta y si no lo silencia.
    ¡Ha sido un funeral precioso! Suele decir en el primer caso. Y lo lógico es que ningún funeral sea precioso. Pero si que hay funerales muy dignos y otros todo lo contrario.
    Con escasos asistentes. Con exceso de gente por ser muy conocido, que no paran de hablar y de saludarse entre sí como un encuentro social, más que rezar o recordar al fallecido.
    En cambio, los hay con lecturas sentidas, en completo silencio. Con alguna pieza de música... que son los que mi parienta encuentra preciosos.
    Personalmente, no soporto que la gente hable en un funeral. Para eso que se vayan. Y, afortunadamente, se está perdiendo la costumbre de preparar verdaderos banquetes para los asistentes.
    Gracias por tu comentario.

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    1. A mí esta opinión me parece tan respetable como cualquier otra. Si te das cuenta, en un funeral se vuelven a ver personas que hace años no se veían y dentro de la tristeza, incluso los más allegados al finado tienen rato para una sonrisa y un recuerdo anecdótico de su pasado. No es nada raro y como natural hemos de verlo. Luego, no es lo mismo que el fallecido sea una persona joven que otra que ha vivido largamente su vida. Como en todo, las circunstancias mandan. Un saludo

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  3. Se me olvidaba: os recomiendo a todos que leais los cuentos de Pio Baroja. Entre ellos encontraréis el que cito, que retrata una época y una costumbre que no quisiera nadie -creo yo- para su funeral. Aunque lo más probable es que en esa tesitura nos importe ya un comino todo lo que ocurra en este perro mundo.

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