sábado, 4 de julio de 2009


*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
Cuando Isabel II ya estaba desterrada en París y Alfonso XII era rey de España, nombró éste embajador en Francia al general Serrano, alma de la conspitación que derribó a Isabel II y que, según se ha dicho, pasaba por haber sido el primer amante de la reina. Como tenía que hacer una visita de cortesía a Isabel II pasó la noche anterior sin conciliar el sueño, ignorando le recibiera la augusta señora. Cuando llegó al palacio donde residía, entró en el gabinete de doña Isabel inclinándose cortesmente ante ella, que le dijo:
-¡Qué viejo estás! Pasa y siéntate aquí. ¿Cómo se encuentra mi hijo? Pero ¡qué viejo estás!
Para un antiguo amante no podía ser peor el recibimiento.
*

No hay comentarios:

Publicar un comentario