jueves, 25 de junio de 2009


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El gran novelista francés MARCEL PROUST acostumbraba pasar largas horas en el Ritz parisiense. Era rumboso en las propinas y un día, al salir a la plaza Vendôme, se dio cuenta que había gastado todo el dinero que llevaba. Se dirigió entonces al portero:
-¿Podría prstarme cincuenta francos?
-Con mucho gusto, señor. Aquí los tiene.
-Guárdeselos, guárdeselos. ¡Se los pedía para dárselos a usted!.
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