A LUIS XIV de Francia le presentaron un oficial que pretendía un destino.
-Sois demasiado viejo -le dijo el monarca.
-Señor -respondió el solicitante-, sólo tengo cuatro años más que Vuestra Majestad y me quedan todavía veinticinco para serviros.
La lisonja agradó al rey y le concedió lo pedido.
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