viernes, 1 de mayo de 2009



LUIS XIV de Francia, el REY SOL, espejo de absolutismo, hablaba un día del poder del rey sobre sus vasallos y el conde de Guiche se permitió observarle que tal poder tenía sus límites.

-Conde -le dijo el rey-, mi poder no tiene límites. Si yo os mandara tiraros al mar tendríais que arrojaros de cabeza al agua inmediatamente.

El conde no replicó pero dando media vuelta se dirigió hacia la puerta del salón.

-¿Dónde vais? -le dijo el rey.

-Señor, a aprender a nadar.

Todo el mundo rió y el rey el primero.

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