sábado, 23 de mayo de 2009



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En 1869, la emperatriz Eugenia de Francia, esposa de Napoleón III, fue a Egipto a inaugurar el canal de Suez. El sultán Abdul Aziz la recibió como correspondía, y entre otros agasajos la invitó a visitar el harén. Curiosa, la emperatriz accedió. ¡Ahí no es nada conocer un lugar tan ligado a la fantasía popular y literaria!. La visita se realizó con un solo contratiempo. La entonces favorita del sultán, celosa al ver cómo su dueño trataba a la emperatriz, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se acercó a ella y le dio una soberana bofetada. La real ofendida no dio mayor importanciaal hecho y no lo transformó en un conflicto diplomático. Sabia la emperatriz lo que eran los celos y la dificultad de reprimirlos.

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