FILÓSOFO

DE

TRAPO

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De tanto no escribir, tanto escribía.

De tanto nunca amar, amaba tanto,

que por la paradoja me quebranto,

yo, que para morir, sobrevivía.

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Resignándome al mal me enardecía

y en el valor llenábame de espanto;

tal vez, porque pecando es uno santo

y es infeliz, ciñendo la alegría.

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La paradoja, borra los contrarios,

como brasas e incienso en incensarios

se mezclan en el todo de un aroma.

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Mas ¿cuál de los opuestos prevalece?

Depende de si el alma se oscurece

o está llena de luz. Y esto no es broma.

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(de "LAS VIEJAS ROSAS DEL OTOÑO")

CÉSAR-AUGUSTO DE LEÓN MORALES

HUEHUETENANGO.GUATEMALA

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