miércoles, 18 de marzo de 2009



CANTO

A

LA

ESPERANZA

*

Yo me abrí en la montaña

ebrio de héroes míos solidarios.

Perdí el voluptuoso dictamen de la flora

cuando apenas era un niño solar

dado a los juegos con la miel

sempiterna del camino.

Me dirigí al silencio,

casi desconocido, de tumbo en tumbo,

como fraguado en la inocencia misma

del relámpago,

furtivo de los rios que no piensan su flor.

Más tarde me detuve en el mar.

Y mi pisada no era suficiente

para aquella planicie de espanto

entre dos nardos.

De pronto,

la sordomuda ansiedad de los ponientes,

el recoger de polvo

en vasos de cristal,

tan vasto, enajenado,

tan soporte de hiel

en la inmanencia encadenada.

Cuando estaba en medio del livor

un borbotón de rosas resonó en mi frente,

una estela de Dios bajó a mitigar el vuelo solapado

de la sombra.

Desperté, manumitido por la gracia.

Aquel río era mar.

De tanto pasmo dislocado,

escribí la huella que rutila en la esperanza.

Porque el Dador del cielo,

renunció

a su desierto inexpugnable.

Y se hizo voz en mí.

Rio como la perla

en el fondo del mar.

*

FRANCISCO MATOS PAOLI

(Antología Mairena

de la Universidad

de Puerto Rico)

*

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