viernes, 27 de noviembre de 2015

(Cuentos de Angalu)
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Hace tiempo propuse a los que viajan por mi blog, el editar aquí un cuento de mi libro: 
CUENTOS ENCADENADOS - UN MUNDO ENTRE GERANIOS. 
Decía, si mal no recuerdo, que el primero que llegara a tres comentarios o votos, sería el elegido. 
Esperaba hacerlo hoy, en cuanto llegara al capicúa de visitas reciente, pero se me ha pasado. Así que aquí va el cuento número 5 de los 33 que constan en dicho libro. 
Si alguien está interesado en adquirirlo para estas fechas que se avecinan, ya sea para leerlo o para regalarlo -suele gustar mucho a las mujeres y a los hombres sensibles ante la poesía-. Creo que quedan ejemplares en las siguientes tiendas: LLIBRERIA GELI DE GERONA y MASDELIBROS DE HUESCA. En ambas se pueden adquirir, tanto este libro como "¿QUÉ FUE DE RAFAEL?" por e-mail. Ellos mismos se encargan de enviarlo por correo.
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Dicho esto, ahí va el cuento, basado en hechos reales.
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¡ A G U A !


No tengo más que asomarme a la ventana sin geranios de mi adormilada memoria, para ver la jocosa y triste estampa de aquel hombre; aquel pobre chatarrero, objeto de mofa para todos los chicos del barrio. De mi barrio entonces, en el casco antiguo de la ciudad.
Con la misma facilidad con que fluye el agua de un torrente, el se disparaba soltando las amarras de la razón, persiguiendo a todos sin distinción. A mi me daba pena y no decía palabra alguna con tal de no herirle. Y más de una vez dio alcance a algún niño rezagado, propinándole una soberana zurra en el pandero.
Luego mi madre, ya en casa, me reñiría por juntarme con esos zagales que irritaban al pobre viejo.
-Yo no le digo palabra alguna. Pero no entiendo porqué se enfada tanto con solo decirle a viva voz: ¡AGUA!
-Está loco el pobre... no te juntes con esa pandilla de insensatos.
-Es que todos... ¡todos!... le gritan a corro ¡AGUA! y se pone hecho una verdadera fiera, soltando palabrotas y blasfemias muy gordas. ¿Por qué hace eso, mamá?
-Pues no se.
Ahora que lo pienso después de tantos años, aún no se si ella sabía algo más del pobre chatarrero y no me lo dijo. Yo sí que lo supe meses después, por casualidad.
Cada día, con lluvia o con sol, al mediodía, minutos después de salir de la escuela, nos cruzábamos con él y era un sol de hombre, siempre sonriente y atento hasta que algún chaval o chavala, con ganas de provocarle, le gritaban esa clara y entonces misteriosa palabra: ¡AGUA!
Y acto seguido se echaban a correr, perseguidos por aquel pobre viejo, tras abandonar su carreta de chatarra, con el bastón alzado, gritándoles una sarta interminable de improperios.
-¡Perros condenados! ¡Mal rayo os parta! ¡Hijos de satanás!... -alzando cada vez más la voz y elevando el grado de sus palabrotas terminando en blasfemias.
Todas las niñas escapábamos aterradas, mientras los niños, sin dejar de correr seguían provocándole, con la certeza de que por la edad no les alcanzaría el sorteo de la paliza. Luego volvía a buscar su carreta sin dejar de murmurar, caminando despacio y respirando con dificultad por la carrera.
Así, día tras día, mes tras mes, hasta convertirse en una triste y cotidiana estampa. Un cachito diminuto del cuadro de mi vida.
Hoy, aburrida de contemplar la lluvia a través de la ventana, he guiado mi mirada hacia adentro, y a través de esa abertura del recuerdo, ha venido a mi memoria esta historia.
¡Cuánto le hicimos sufrir los chicos del barrio! Unos irritándole. Y otros haciendo bulto, como yo. Como era época de privaciones, se disparaba la imaginación y jugábamos con cualquier cosa y de cualquier forma.
Decir AGUA a gritos, para irritar a un hombre que no la usaba para beber ni para lavarse, fue quizás una válvula de escape. Un vertedero de veneno infantil sádico e inocente al mismo tiempo. Sádico por conocer de antemano sus consecuencias. Inocente porque nada malo hacíamos con nuestra presencia unos y por usar la palabra los otros.
Ha dejado de llover y me acerco con la dificultad de siempre a la ventana y la abro para respirar un poco el aire húmedo. Llega hasta mi el agradable olor a tierra mojada y la aspiro con lentitud.
Minutos después comienza de nuevo el salpicón de gotas y la cierro.
Me entristece que el cielo lleve así varios días y me alejo para encerrarme de nuevo en mi pozo de recuerdos.
Ese pozo oscuro está lleno de cosas, que por viejas, permanecen igual de borrosas las queridas y las odiadas. Llenas de polvo. Es preciso sacudirse un poco y frotar el pensamiento para recuperar del todo su color y forma.
¡AGUA!... ahí quedó todo ese capítulo de mi historia. En una corta palabra, como corto es el grano de arena de mi vida en la playa de esa otra Historia escrita con mayúsculas. Y tan variada, tan profunda y tan útil para mi, porque es mía y he procurado vivirla lo mejor que he podido.
De nada me arrepiento. Nada dejé por hacer. Lo único que añoro, además de su ausencia, es mi completa libertad.
Si de algo me arrepiento, es de no haber plantado cara a aquellos gamberretes de mi barrio. Porque comprendí al fin su enojo.
Sucedió un viernes por la tarde al salir de la escuela. Fue un abrírsenos los ojos, comprender y sentir de forma repentina, inesperada y profunda.
Ese día no nos habíamos cruzado con él. Ni nos dimos cuenta, ya que llevábamos en mente otros proyectos: ¡perseguir gatos por los tejados viejos del barrio antiguo!
En una de esas casas apretujadas del barrio más mísero de la ciudad, una compañera de clase vivía en una buhardilla con sus padres, y por una ventana saltamos al exterior como pájaros enjaulados recién puestos en libertad.
Andábamos con tiento, saltando de un tejado a otro, midiendo la distancia, con tal de no caer. (Cuando lo recuerdo, pienso que estábamos todas locas de atar).
Aunque los gatos no se dejaban coger, sí cogimos flores, de esas que nacen en los resquicios donde el viento deposita polvo, tierra y semillas.
Llegamos a un punto desde el que ya no podíamos continuar, el río cortaba nuestra travesura y optamos por sentarnos un rato encima de un desnivel junto a una chimenea, lejos del borde y la cornisa, contemplando el paisaje.
Abajo, el río, entre turbio y brillante, nos ofendía con su ostentación de libertad. El sol ya picaba lo suyo aquella primavera, y las casas, compitiendo en años y desconchones, daban un marco diferente a como se veía desde la calle de la otra orilla.
Permanecimos en silencio un rato y luego, cuando ya nos disponíamos a marchar, una descubrió sentado en la roca saliente de la pared de una casa, al borde del agua, la silueta de un hombre llorando.
.¡Mirad, es él!... ¡El viejo del AGUA!
Y nos sentamos de nuevo, llenas de curiosidad. Musitaba algo. Hablaba a solas, elevando poco a poco la voz hasta llegar a nosotras claramente sus gritos:
-¡No volveréis, lo sé. El agua os ha arrastrado para siempre! ¡Inundación maldita! ¡Mala puta, no entrarás en mi cuerpo jamás. Ni yo en el tuyo! ¡Maldita, me has dejado solo! ¡Sin mujer! ¡Sin hijos! ¿Por qué pasaste cuando yo estaba trabajando?...¡Maldita...
Nos fuimos en silencio, tan compungidas, que el corazón nos cabía en el puño y más de una lágrima trató de lavarnos de nuestra culpa.
Sin establecer un acuerdo previo de silencio, no nos atrevimos a comentarlo entre nosotras ni a contarlo a los demás, temiendo recibir -al llegar a oídos de nuestros padres- un castigo por nuestra travesura.
Pero desde aquél día, dejamos de hacer corro a los chavales cuando pasaba el pobre viejo y no volvimos a pasear y saltar por los tejados persiguiendo a los inalcanzables gatos.
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(Si algún detalle ha quedado oscuro, se debe a que este libro que comienza como un normal libro de cuentos sueltos, -que en realidad no lo son, están encadenados- terminan formando capítulos de una novela. Para captarla, es preciso leer por orden, cada uno de los 33 cuentos)
Os agradeceré cualquier comentario.
ÁNGELES GARRIDO LUNA
ANGALU
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domingo, 22 de noviembre de 2015



(Jarabe de humor)
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"Quiero compartir una experiencia sobre el beber y el conducir.
Hace unos días, estando de copas con unos amigos, y después de una buena cena, me di cuenta que había bebido demasiado, por lo que hice una cosa que nunca había hecho: ¡Coger un Bus y volver a casa!
Llegar sano y salvo es una grata sorpresa, sobre todo, considerando que en mi puñetera vida había conducido un bus, que no se de donde porras lo saqué, y que aún lo tengo aparcado delante de casa".
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martes, 10 de noviembre de 2015





(Poetas de hoy)
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Acabo de recibir en mi correo este precioso vídeo, y no he podido resistir la tentación de compartirlo aquí con todos vosotros. Id al siguiente blog poético, que os gustará, estoy segura.
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https://www.youtube.com/watch?v=DSj52ajh8A8

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lunes, 9 de noviembre de 2015


(Vídeo música)
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Una versión distinta de la ópera "Carmen", que seguro os gustará, porque para ello tan solo se precisa sensibilidad y todos los que entráis aquí la tenéis. 
Está completa, por lo que os sugiero la miréis con tranquilidad. Ampliando la imagen no tiene tan buena calidad, pero podéis hacerlo. Ya me diréis si os ha gustado. 
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https://www.youtube.com/watch?v=125NTbanHfw&feature=player_detailpage

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martes, 3 de noviembre de 2015





(Vídeo-Daniel)
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Aunque no se trata de la misma orquídea que la de la fotografía adjunta, espero que os guste.
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(Ya sabéis: id a la siguiente página de youtube)

https://youtu.be/MrXcfTFPpww