A mi tocarlos también. Pero Daniel desde niño ya fue un bichero. Metía las manos entre piedra para cazar lagartijas. Un día me trajo a casa dos metidas en una cajita de cartón que al no ajustar la tapa se escaparon y quitando el polvo a un cuadro las encontré enroscadas alrededor del clavo. Intentó colar en casa en una caja de zapatos una gran serpiente de escalera... podría contar... ufff...
Los reptiles no han logrado mi amistad y no creo que suceda en adelante. No tengo animadversión a ningún animal, pero estos me repelen un poco; si bien mis actuales enemigos llevan mi propia sangre: los mosquitos. Ja, ja, ja...
Ni la mía tampoco. Así como comparto su afición por los pájaros, hay bichos que no sería capaz de tocar. En cuanto a los mosquitos, este año -de momento- a mi me han picado poco. Si tengo a mi marido cerca, se los lleva todos y no me deja ni uno. ¡Será que tiene la sangre más apetitosa que la mía!... ja ja ja...
Va sonar fatal pero me dan repelús. Abrazo
ResponderEliminarA mi tocarlos también. Pero Daniel desde niño ya fue un bichero. Metía las manos entre piedra para cazar lagartijas. Un día me trajo a casa dos metidas en una cajita de cartón que al no ajustar la tapa se escaparon y quitando el polvo a un cuadro las encontré enroscadas alrededor del clavo. Intentó colar en casa en una caja de zapatos una gran serpiente de escalera... podría contar... ufff...
ResponderEliminarLos reptiles no han logrado mi amistad y no creo que suceda en adelante. No tengo animadversión a ningún animal, pero estos me repelen un poco; si bien mis actuales enemigos llevan mi propia sangre: los mosquitos. Ja, ja, ja...
ResponderEliminarNi la mía tampoco. Así como comparto su afición por los pájaros, hay bichos que no sería capaz de tocar. En cuanto a los mosquitos, este año -de momento- a mi me han picado poco. Si tengo a mi marido cerca, se los lleva todos y no me deja ni uno. ¡Será que tiene la sangre más apetitosa que la mía!... ja ja ja...
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