domingo, 27 de agosto de 2017

(Mensajes y opiniones)
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Me ha sorprendido hoy, recibir en mi correo el comentario de un amigo sobre el libro dedicado a mi tío Rafael. Para quienes los habéis ya leído y para los que no, lo edito aquí, por si estimáis oportuno hacer un comentario.
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¡Feliz domingo!
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Ángeles GARRIDO LUNA  “¿Qué fue de Rafael?”
Ed. Cardeñoso, Vigo, España, Abril 2013.

Difícil es encuadrar esta obra, que fluctúa permanente y armónicamente entre la crónica, la memoria autobiográfica y el relato costumbrista, sobre un imperceptible sustrato de tragedia clásica.

Cuenta con una Introducción, una referencia cronológica, el cuerpo de la obra –no dividida en capítulos- y una breve exposición denominada Epílogos y Puertas.

Hay dos protagonistas principales. Uno, la autora, en primera persona. Otro, ausente y a la vez con permanente presencia, Rafael Luna Crevillén, su tío, desaparecido en la guerra civil española, a quien conoce únicamente por relatos de su madre y su abuela, objeto de su búsqueda denodada, a través de cuantiosa bibliografía –mencionada al final–, fuentes informáticas e innumerables archivos civiles y militares abiertos a la memoria. En torno a ellos desfilan familiares entrañables, amigos y variados cooperadores en la búsqueda.

La obra podría dividirse en tres secciones, de acuerdo a lo principalmente tratado en cada una de ellas, aunque los rasgos distintivos de cada una están también en menor medida en las otras. La primera, la descripción tierna y colorida de la España de su infancia, entre su pueblo natal en Murcia  y su localización desde la adolescencia, en Girona. En esos lugares, vivió Rafael, el joven violinista recordado por su familia, y en su casa natal lo vieron por última vez en un permiso para reponerse de sus heridas de guerra.

Luego comienza un minucioso relato de la investigación que la autora se impone para dar con el paradero de su tío, que ni siquiera se sabe si está vivo o si ha caído en la retirada de las tropas republicanas hacia la frontera francesa. La forma es la de la transcripción de los múltiples e-mail librados y recibidos en pos de tal objetivo y la síntesis de lecturas y entrevistas realizadas para ello, fecha por fecha, durante los casi cuatro años de trabajo. Los datos militares, una y mil veces repasados, reencontrados, modificados, son complejos, farragosos, y su exposición podría haber resultado poco menos que indigerible sin la permanente presencia de anécdotas trágicas, tiernas y aún picarescas que permanentemente intercala la autora con su buen decir. He ahí la magia de la buena escritora. Con ella recorremos, con su esposo, la maravillosa ciudad de Ávila por las tardes, mientras que a la mañana nos sume en los archivos militares. Con ella celebramos Navidad hasta el detalle, rodeada de sus nietas, en un paréntesis de su investigación, o padecemos el calor o sufrimos el frío, ya en Girona, ya en su natal Archena, desconocida, debido a las nuevas construcciones en las que se sumieron las huertas y los lugares naturales de su infancia. Y todo ello, lugares, paisajes, se nos hacen vivos, aún cuando jamás los hayamos pisado o, como en mi caso, a más de diez mil kilómetros de allí, desconozcamos hasta su ubicación si no es con la ayuda de un mapa.

El último tramo es el desarrollo cronológico de los hechos que pudo haber vivido Rafael, en la descripción ajustada a sus fuentes del desarrollo de la guerra. Anécdotas dolorosas leídas, episodios jocosos en medio del drama, combates en terrenos que uno va aprendiendo a reconocer… y los últimos desplazamientos, derrotados, hacia Andorra, hacia la frontera francesa.

Al principio de la obra  hay una referencia a la fecha de nacimiento de Rafael que marca un sino de guerra, que a lo largo de la obra se desenvuelve hasta que al romántico joven que construía sus propios violines lo sentimos, como un héroe mitológico, sumido en un misterio de ametralladoras, llevado por la fatalidad. A su lado la memoria de su madre, fuerte en su resignación, y la maldición a la guerra por su hermana, madre de la autora. No sé qué hay de una epopeya homérica en esas páginas, recalcada en los epílogos finales. 

Y es que, como en aquel primer poeta, la descripción es igualmente crítica a ambos bandos beligerantes y a los relatos parciales de unos y otros, que “arriman brasa para su sardina” (sic), procurando evitar el odio, en aras de un futuro en el que no se repita la devastación de enfrentamientos entre compatriotas.

Ángeles Garrido Luna, a quien conocemos por sus cuentos, sus relatos de infancia y sus poesías, se nos revela una investigadora tenaz y objetiva y una escritora capaz de mirar el drama desde la universalidad del auténtico literato.

Jorge Luis DUPUY
La Plata, Argentina

26 de agosto de 2017

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