sábado, 1 de abril de 2017


(Biografías interesantes)

MANUEL TERRÍN BENAVIDES 
(MONTORO, CÓRDOBA 1931) 
*
HA GANADO 1.769 CERTÁMENES DE LITERATURA.- 
EL POETA LAMENTA QUE LOS RECORTES HAYAN AFECTADO 
A SU REMUNERACIÓN.

AÑO, CERTAMEN, LUGAR, OBRA, PREMIO. POR ESTE ORDEN Y TODO 
RIGUROSAMENTE APUNTADO CON UNA ANTIGUA MÁQUINA DE ESCRIBIR.

El propio Terrín dice que un periódico de Los Ángeles 
le definió como el escritor que más premios literarios
ha ganado en el mundo. "No me interesa aparecer en
el Guinness de los Récords al lado del que más 
chorizo come", contesta el poeta, de 80 años, 
sentado entre medallas, placas y estatuas en el salón
de su piso de Albacete.

Llegó a esta ciudad de joven para trabajar de técnico 
en el Ejército del Aire. A los 20 años no pensaba en
la poesía ni mucho menos, por eso estudió
electrónica aeronáutica. Terrín descubrió su segundo 
amor más tarde. Con 32 años acabó el Bachillerato 
de letras, pero tuvo que pasar otra década antes 
de que empezara a participar en certámenes. 
Corría el año 1969. Fue un amigo el que le animó 
a concursar y, cuando recibió su primer premio, 
el poeta no daba crédito a lo ocurrido.

El autor no dispone de ordenador y para estar al tanto de las convocatorias de los concursos confía en un grupo de amigos
El 2008 fue su año récord: ganó 81 premios.

En las paredes del pasillo y del salón 
de su casa se alternan cuadros bucólicos y diplomas, 
mientras los muebles cobijan fotos de familia, pequeñas 
columnas y otros premios en forma de pantera, caballo 
o ciervo. Un Quijote dorado luce encima de una mesilla 
de cristal y una 
placa conmemorativa evita que los libros de una 
estantería pierdan el equilibrio. En realidad, la 
mayoría de sus trofeos yace en el archivo municipal 
de su ciudad natal, donde hasta le han dedicado una 
calle. "Ya no cabían todos esos premios en casa... 
Necesitábamos espacio", se excusa la musa inspiradora, 
su mujer. Joaquina se sienta en otro sofá, con la 
televisión de fondo, pero no se pierde ni una palabra 
de su esposo. Se limita a asentir con la cabeza, 
sin esconder el profundo orgullo que se filtra por sus ojos.
Caballero de otro tiempo
Pese a su abrigo negro y la expresión seria en las fotos, 
Terrín es un caballero al que le encanta hablar tanto 
de literatura como de cocina manchega. Con tono 
tranquilo discurre de las obras de Manrique a Machado, 
algunos de sus autores favoritos, y confiesa que ninguno 
de sus dos hijos se dedica a la escritura. Mientras habla, 
suena el teléfono. Le llaman desde la Universidad de 
Málaga para anunciarle la transferencia del último premio 
ganado apenas un día antes. "Hoy invito yo", afirma 
con una sonrisa de oreja a oreja. Terrín no va a recogerlos 
todos. Para hacerlo, tendría que desplazarse de un lado 
a otro del país -y en alguna ocasión, incluso en el extranjero- 
casi cada semana.
Cuando se le pregunta por la cantidad de dinero 
que gana anualmente con su arte, el poeta y escritor 
minimiza. "Claro, no son premios importantes como 
el Planeta... si le quitas los impuestos [aunque muchos 
premios estén exentos de retenciones, para la mayoría 
de las remuneraciones suelen rondar el 19%), los 
gastos de desplazamiento para las ceremonias de 
entrega... se trata apenas de una ayuda para 
la economía familiar". Para demostrarlo, 
desaparece unos segundos detrás del umbral de la puerta 
y vuelve con unas hojas amarillentas entre las manos. 
Es ahí donde apunta en una tabla el resumen de su 
éxito desde 1971. Durante los primeros años se 
mantuvo en una modesta media de 12-14 certámenes 
ganados, pero la década de los ochenta marcó el 
cambio. Al prejubilarse con 55 años, el poeta pudo 
dedicarse enteramente a la escritura, y eso se refleja 
de manera muy clara en las estadísticas. Entre las 
líneas de la tabla trazada a mano, el total de premios 
recibidos empieza a superar los 50, hasta llegar a 
81 en el año récord, 2008.
Las ganancias también fluctúan. El año pasado 
acumuló unos 28.000 euros brutos. Sin embargo, 
los recortes han llegado también a los certámenes 
de literatura y el escritor afirma que no es posible 
vivir de eso. "Los premios son mucho más reducidos 
y a veces incluso no pagan", denuncia, pero declina 
especificar quien. "Además, ya no costean el 
viaje y las ceremonias de entrega son mucho más 
austeras".
Profesión: concursante
¿Dónde encuentra el tiempo para escribir tanto? Terrín 
admite que siempre ha tenido facilidad con los versos, 
pero todos los días intenta sentarse, aunque sea un rato, 
delante de su máquina de escribir ("una pieza de museo", 
como la define). "No me pongo una plumita en el 
cuello, ni madrugo para trabajar", destaca. 
Lo que más le gusta componer son los sonetos 
sobre su tierra natal y "las cosas de la vida", pero a veces 
incluso se atreve con relatos. Eso sí, siempre textos 
breves. "Intenté escribir una novela, pero me aburría 
como una ostra... Al fin y al cabo, entre componer poemas, 
buscar los concursos, preparar la documentación, las 
fotocopias, ir a correos para enviar la inscripción... 
es como un trabajo de oficina", bromea, pero admite 
que tiene "más premios que obras". Si un texto no 
sale ganador de una competición, Terrín suele enviarlo 
a otros concursos. A veces esta estrategia le ha 
causado problemas. "En alguna ocasión me han 
acusado de autoplagio. El jurado puede fallar con 
retraso y ha ocurrido que he enviado un poema a un 
certamen sin saber que ya había ganado otro con el mismo 
texto", explica.
El autor cuenta con 24 libros de poesía y seis de prosa 
publicados. Sin embargo, dice que no tiene ni idea 
de cuántas copias se han vendido. Y la emoción de ganar 
un nuevo concurso tras haber triunfado en más 
de 1.000 certámenes ("¡1.769!", corrige) ya no es la misma 
que al principio, aunque siempre es "una gran alegría". 
En ocasiones, incluso ha repetido victorias.
Terrín no tiene ni ordenador y para estar al tanto 
de las convocatorias de los concursos confía en un 
grupo de amigos aficionados a la literatura. Cada sábado 
desde hace más de 25 años los 15 miembros de la 
asociación cultural Alcandora se reúnen en Albacete 
para intercambiar opiniones y noticias de competiciones, 
a pesar de no contar con subvenciones públicas para 
organizar actividades relacionadas con la escritura.
No todo es tan fácil como ganar premios en la vida 
del poeta cordobés. La Asociación Damnificados por 
Terrín (ADT), un grupo de escritores anónimos que se 
dedica a criticarle en foros literarios en Internet, se 
encarga de complicarlo. 
Denuncian supuestas irregularidades en los fallos de los 
jurados e incluso le desean la muerte para poder 
obtener algún que otro premio. A los que le 
acusan de ser cazapremios el escritor contesta orgulloso: 
"Sí, lo soy. ¿Y qué hay de malo?".

LOS CONCURSANTES COMPULSIVOS

A Ana C. Gómez, redactora de contenidos de la web Premios Literarios, no le gusta nada la palabra cazapremios. "Existen escritores que participan de forma habitual en concursos literarios, a veces de forma profesional, como único medio de vida, al igual que concursan con sus obras los arquitectos o los diseñadores y nadie les llama así", sostiene. Vivir del certamen, asegura, es posible: "Conozco a más gente que a partir de una determinada edad -de jóvenes es más raro- vive exclusivamente de los premios, y que además lo hace de forma siempre limpia".
Para ella, solo pueden definirse cazapremios los que recurren a la trampa. "Hay autores que participan con obras ya premiadas en otros concursos o prácticamente iguales -algo que las bases normalmente prohiben- a las que simplemente les cambian un par de versos o escriben con distintas palabras una idea de otro, etc", explica. De todas formas, es cada vez más fácil descubrir el plagio, gracias a Internet.
Las nuevas tecnologías han facilitado mucho la vida de los concursantes. "Enterarse de las bases no es hoy día difícil, gracias a Internet", afirma Gómez. "Y luego es cuestión de llevar un cuadro claro donde apuntar cada premio, la obra enviada, con qué seudónimo, fecha de fin de plazo, fecha de fallo y algunos detalles más, como quién ha ganado cada año para así ver qué tipo de cosas se premian en un concurso determinado y adaptarse a ellas. Sobre esta tabla van tachando, coloreando y eliminando cada cual a su manera".
La redactora conoce muy bien el nombre de Manuel Terrín: "Escribe bien, según los entendidos. Poco arriesgado o innovador, pero bien". Sería imposible no hacerlo, puesto que el poeta cordobés a menudo se convierte en protagonista de lasdiscusiones del foro de la página web, casi siempre como diana de criticas.
En otro foro literario el escritor Luís Vea García comenta: "Yo he sido uno de los que le he sufrido. Y lo digo con la sonrisa en los labios porque en muchas ocasiones en las que he quedado segundo o tercero, él ha sido el vencedor. Aunque también he tenido el gusto de ganar y luego ver cómo su nombre era pronunciado como uno de los participantes, lo cual ha añadido mérito a mi premio".

Vea llegó a ganar un centenar de premios entre 1999 y 2003. Más que vivir del certamen, cree que se puede "sobrevivir" de ello, aunque no sea fácil. "Dejé de presentarme en concursos cuando cuando me di cuenta de que el premio ya no era un medio para darme a conocer, sino se había convertido en el fin de mi escritura", admite el autor
.

3 comentarios:

  1. Siento mucho que haya quedado así el escrito de esta entrevista. Por más veces que lo he intentado rectificar, se alborota. Y, como considero que es un artículo interesante de un gran poeta de hoy, además amigo que fue en unas extrañas circunstancias, lo dejo así antes de renunciar a editarlo aquí. Sé que no es amigo de ordenadores como podéis leer, y por eso no estoy en contacto directo con él desde hace muchos años, porque, además de su dirección he perdido su número de teléfono. Espero que a pesar de todo os guste. ¡Feliz fin de semana a todos los que os paseáis por aquí!
    ANGALU

    ResponderEliminar
  2. No importa, se puede leer perfectamente. Un abrazo

    ResponderEliminar