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Las montañas

crecen inadvertidas.

En su mole de púrpura se elevan

sin intento, ni ayuda,

ni aplauso, ni fatiga.

Y sus rostros eternos

el -amplia delicia-

contempla largamente,

doradamente, el último,

buscándose en su noche compañía.

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EMILY DICKINSON

("Obra escogida")

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