sábado, 4 de julio de 2009


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Hablamos siempre mal del gobierno, seal que sea. Es un defecto o una característica universal. Y siempre nos sorprendemos al ver que figuran a la cabeza personas desconocidas o que, al menos, ignoramos por qué diablos han llegado a ocupar su poltrona. Ello no es nuevo y ahí va esta anécdota que lo demuestra.
Paseaban un día por el Retiro don Eduardo Dato y el gran plítico andaluz Francisco Bergamín. Iba preocupado el primero porque le habían encargado de formar gobierno y no acababa de completar la lista ministerial.
-¿A quién haré ministro de la Guerra? -se preguntó en un momento dado.
Pasaba por allí una bella muchacha, a la que siguieron los ojos de Bergamín que, encandilado, dijo con su acento andaluz:
-Haga uzté miniztro a eza.
Dato, que no había visto nada, se paró y dijo:
-¿A Eza...? Pues no es una mala idea.
Y así, el vizconde de Eza llegó a ser ministro.
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