miércoles, 15 de julio de 2009


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Ejerciendo el cargo de presidente de la Audiencia de Madrid el que fue luego magistrado del Supremo, señor Aldecoa, se ventilaba ante el Tribunal al frente del cual se hallaba, un pleito de bastante importancia en el cual intervenían dos labradores castellanos.
Uno de ellos, que tenía el pleito poco menos que perdido, visitó a don Juan Díaz Caneja, abodago suyo, quien le comunicó las impresionas más pesimistas.
-¿Y si le hiciera un regalo al presidente de la Audiencia? -preguntó el cliente.
-No diga usted disparates. El señor Aldecoa le metería a usted en la cárcel si lo intenta.
Pasaron varios dias, y el pleito fue fallado en favor del representado del sñor Díaz Caneja.
-¿Lo ve usted? -le decía a éste-, gracias al regalo que le hice al señor Aldecoa.
-Eso no es posible. No lo creo.
-¿Pero no se ha enterado?
-¿De qué?
-Que le envié un buen regalo..., pero con a tarjeta de mi contrario. Creo que le van a procesar, después de devolverle el regalo...
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