martes, 2 de junio de 2009



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NATURALEZA

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Y de pronto...

olas grises, ventrudas, violentas...

Fauces abiertas,

con algunos dientes nacarinos

perdidos en la distancia,

que después se convierten en alba estela,

en la rompiente.

Bramando, asolantes, van borrando

las figuras estilizadas

gravadas en el arcén de la orilla

por nuestras yemas digitales,

en los suaves y delicados momentos del preludio,

porque quisimos dejar constancia,

en la moldeable arena,

de nuestro sublimo idilio,

al socaire del la retama olvidada.

Y tú, altiva, insaciada;

herida en tus crestas profundas por la paz turbada,

rota la cinta sujetadora de tu cabellera,

despojada de los velos sepultantes de tus encantos,

mostrando tu alerones vigorosos

y tu fronda azabachina,

retas al viento y al lago enfurecido,

entronizada, silente, en un medano espectante.

La plasticidad desbordante que contemplo,

ahoga mi virilidad también inquieta;

porque tu cuerpo, el viento, el mar y las arenas,

son los atributos genuinos

que, en el espejo de la playa solitaria,

arrogantes, a NATURA, representan.

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CARMELO GONZALEZ ORIA

1.984

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