martes, 23 de junio de 2009


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En uno de los viajes que Alfonso XIII hizo por tierras españolas, llegó a una ciudad en la que fue recibido por el alcalde. Hacía calor y el rey llevaba el sombrero en la mano. El alcalde, al verle descubierto, le invitó:
-Cúbrase, Majestad, cúbrase.
El rey sonrió divertido y continuó con el sombrero en la mano.
-Pero cúbrase, Majestad- repitió el alcalde.
Entonces don Alfonso se quitó el sombrero diciendo:
-Con su permiso, señor alcalde.
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