martes, 23 de junio de 2009


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El conde de Soissons, que tenía las barbas rojas, quiso burlarse de un jardinero suyo, barbilampiño, y le preguntó:
-¿Cómo es que no tienes barbas?
-Señor, cuando Dios andaba distribuyendo barbas, yo no llegué a tiempo de escoger, pues estaban repartidas todas menos las rojas y, como era natural, antes que tomar barbas de semejante color preferí quedarme lampiño.
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