domingo, 21 de junio de 2009


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CUESTA DE ENERO
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Mendigar lunes
por las plazas y por las calles
sin enredar el paso. Crisparse escondidas las manos
en el abismo de los bolsillos. Cuanta gente
así. Mujeres como señoras, hombres somo señores,
juventud disfrazada como de joventud,
niños como navajeros en ciernes
niñas como zorras a go-gó.
Los ojos de los escaparates llaman
con su carga de farmacopea para los sentidos.
Los fabricantes de ilusiones standarizadas
reclaman nuestra atención
para traspasar los cristales de seguridad.
La contaminación ha evolucionado danto
que nos muerde cómodamente. Los carteles
políticos, apolíticos, pegados uno encima de otro
carcomen esquinas y fachadas. ¿Y quién se fija ya?
Los semáforos, los autobuses, el metropolitano
con como vísceras nuestras, pero autonómicas.
¿Y qué importa? Los anodinos y superfluos
puestos callejeros entorpeciendo las risas instintivas.
El frío gris de los violines tristes destrozando
la música, los oídos... I así, como tranquilamente
suponiendo que este último cigarrillo será
el último, que la lotería dará alguna vez millones
de sonrisas, que quienes gozan de ene sueldos
se quedrán en sólo uno... ¿Quién pondrá el freno
al jamelgo de las utopías? Ahora todo es
más barato y en pendiente. Interésate
no te aísles, opina. Socioculturalmente se te dará una luna
que no tendrás donde colgarla. Así sea.
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JOSÉ LUIS MARISCAL
Cuenca
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