jueves, 28 de mayo de 2009



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Una vez un cómico que debutaba como meritorio en una obra que dirigía Antonio Vico, le correspondía un papel no ya pequeño sino insignificante.

El diálodo era como sigue:

-¿Está en casa el señor marqués?

-Si-debía responder el aspirante a actor.

-Y la señora marques, ¿está?

-Si.

-¿Y su hija?

-Si.

Tres síes solamente, pero que al novel émulo de Ricardo Calvo le parecieron algo importante. Llegaron los ensayos y el hombre respondía maravillosamente y le decía a Vico:

-¿Ve usted, señor, cómo no me equivoco?

-En los ensayos no, pero veremos en la función.

Llegó el día del estreno y llegó también el momento en que el novel debutaba.

Y el diálogo fue el siguiente:

-¿Está en casa el señor marqués?

-Si -respondió el meritorio, indicándole a Vico que no se equivocaba.

_Y la señora marquesa, ¿está?

-Si -y el pobre noval hizo con los dedos la señal de dos con aire victorioso.

-¿Y su hija?

Y el pobre infeliz, con voz vibrante, dijo:

-¡Tres!

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