jueves, 21 de mayo de 2009




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El cardenal Rampolla cuando era secretario de LEÓN XIII recibió un dia la visita de un joven de la rancia nobleza francesa que dijo que quería confesarse con él.


La confesión fue larga. Los pecados, especialmente contra el secto mandamiento, eran incontables.


-Hijo mío -le dijo el cardenal-, y ¿qué te ha impulsado a venir al tribunal de la penitencia?


-Eminencia, es que voy a casarme dentro de unos dias.


-Entonces, hijo mío, no te voy a imponer ninguna penitencia. Ya es bastante la del matrimonio.


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