Miguel Barceló,
tumbado en la
plataforma desde
la que realizó la
cúpula de la sede
europea de las
Naciones Unidas.
La fotografía
pertenece al libro:
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"EL MAR DE BARCELÓ"
(Ed.Península y Art.62),
con fotos de Agustí Torres y textos de Rodrigo Rey Rosa.
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BARCELÓ, O EL PRECIO DEL ARTE
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(Artículo publicado en LA VANGUARDIA,
28 de diciembre del 2.008)
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La sede ginebrina de las Naciones Unidas inauguró en Noviembre una cúpuña pintada por MIGUEL BARCELÓ, gentileza del ESTADO ESPAÑOL: más de 1.400 metro cuadrados de abstracto y seductor colorido, donde la evocación de fondos marinos y grutas, habituales en la obra del artista mallorquín, vehicula ideas de futuro como son la diversidad y el multilateralismo.
La operación, diseñada a mayor gloria de la diplomacia española, que asociaba así la reformada sala de Derechos Humanos de la O.N.U. a su propuesta de Alianza de Civilizaciones, desató una tormenta política. En especial cuando se supo que la factura subía a VEINTE MILLONES DE EUROS -SEIS de ellos entregados a Barceló, a cambio de la producción de la obra- y que un CINCO POR CIENTO de dicha cantidad procedía de FONDOS RELACIONADOS CON LAS AYUDAS A LOS PAISES MÁS NECESITADOS.
Fue una lástima. El exceso de costes y de críticas no reflejó la España soñada, sino la real: LA QUE PROMUEVE LA CONCORDIA GLOBAL MIENTRAS, EN CASA, INCURRE EN EL CAINISMO DE SIEMPRE.
(Texto de LLÀTZER MOIX)
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